CIUDAD DEL VATICANO, 5 julio 2001 (ZENIT.org).- La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó el 30 de junio, como ya informamos, una nota sobre el pensamiento y la obra del sacerdote Antonio Rosmini. En dicha nota el organismo encargado de la doctrina en la Santa Sede llega a la conclusión de que se consideran superados «los motivos de preocupación».
Estas «dificultades doctrinales» determinaron en su momento la publicación del decreto «Post obitum», en 1887, que condenaba cuarenta proposiciones atribuidas a las obras de Rosmini.
El decreto mantiene su validez de contenido «para quien lea las proposiciones fuera del contexto del pensamiento rosminiano», es decir, con una óptica «idealista y ontologista», explica ahora la Congregación para la Doctrina de la Fe.
«Radio Vaticano» ha hablado con el arzobispo Tarcisio Bertone, secretario de la congregación, sobre el significado de la nota.
–En 1849, se habían añadido al índice de libros prohibidos dos obras de Rosmini, ¿cómo es posible?
–Tarcisio Bertone: Esta inclusión en el índice de las obras de Rosmini es un hecho que debería ser considerado en relación con las convulsiones no sólo culturales, sino también políticas de aquella época. Hay que recordar su famoso libro «Las cinco plagas de la Iglesia », una obra muy discutida, pero también una obra profética y que contiene a la vez las intuiciones del filósofo y de Rosmini hombre de Iglesia..
–En la nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe se lee que se han reconsiderado los motivos de preocupación y de dificultad doctrinal, que determinaron la promulgación del Decreto de 1887. Esto obedece, según la nota, a que el sentido de las proposiciones recogidas y condenadas en el Decreto no presentan la verdadera posición de Rosmini, sino las posibles conclusiones a que puede dar pie la lectura de sus obras. ¿Se mantiene por lo tanto la condena de la proposiciones, para quien las lee con una óptica diversa a la de Rosmini?
–Tarcisio Bertone: Así es. Nuestra nota se ha elaborado de manera muy cuidadosa. Lo merecían tanto la personalidad de Rosmini, hombre de Iglesia, como la personalidad de León XIII que decidió promulgar el decreto de condena. Es necesario notar que las proposiciones condenadas han sido extraídas en gran parte de las obras póstumas de Rosmini, cuya publicación adolecía de todo aparato crítico, que explicara el sentido preciso de dichas expresiones y conceptos usados por el filósofo. Esto es lo que se presta a interpretaciones del pensamiento rosminiano en sentido heterodoxo. Y es que hay dificultades objetivas para entender bien el pensamiento de Rosmini, si tenemos en cuenta que su pensamiento es muy complejo, incluso hermético. Su lenguaje no se comprende con una primera lectura. Pensemos además en el contexto cultural de finales del ochocientos, cuando tenía lugar el debate sobre el tomismo y los estudios tomistas y la necesidad de garantizar –ésta era la principal preocupación de León XIII– una unidad de programa en los estudios eclesiásticos, y en el proyecto formativo de los candidatos al sacerdocio y de quienes iban a enseñar dentro de la Iglesia. Por otro lado, no hay que olvidar las convulsiones culturales dirigidas contra la Iglesia, que se aprovechaba del pensamiento de un hombre de Iglesia, como Rosmini, para contraponerlo a la Iglesia y al tomismo. Si bien Rosmini siempre declaró –y lo prueban muchas de sus cartas– que quería someterse en todo y para todo al juicio de la Iglesia, en cada una de sus opciones.
–¿Se puede decir, por lo tanto, que existe una profunda coherencia en el juicio hecho por el Magisterio, incluyendo esta última nota?
–Tarcisio Bertone: Se debe subrayar esta coherencia, porque cuando el Magisterio se pronuncia, se valora también el momento cultural determinado, en el que hay que colocar el pensamiento de un autor, y es aquí donde también se debe entender el juicio de la Iglesia, sobre en relación a la formación de los hombres de Iglesia, que se han de formar en la fidelidad y en la transmisión del patrimonio de la fe y de la doctrina católica. Recordemos que Rosmini ha sido citado intencionadamente por Juan Pablo II en su encíclica «Fides et Ratio», como modelo de un intento de diálogo entre la razón y la fe, si bien esta mención, –como dice el Papa en la encíclica– no significa una aprobación de todo el pensamiento y de todas las opciones concretas de un filósofo o de un pensador, citado por él en la encíclica.
–Se puede decir, por tanto, que el problema no se encuentra en el pensamiento del autor, sino en la interpretación…
–Tarcisio Bertone: Correcto, en la interpretación. En la nota decimos que las proposiciones extrapoladas utilizadas en las interpretaciones heterodoxas, no corresponden al pensamiento integral de Antonio Rosmini. Ciertas opciones suyas, seguramente problemáticas, se dejan a la libre discusión académica de los estudiosos y de los filósofos. Algunas opciones, sobre todo, interpretadas según una determinada línea, podrían llevar a conclusiones incompatibles con el pensamiento y el patrimonio de fe de la Iglesia. Querría subrayar, como conclusión, las últimas líneas de la nota que ponen de manifiesto que la empresa intelectual de Antonio Rosmini se ha desarrollado en un horizonte ascético y espiritual de un altísimo nivel. Rosmini era un hombre espiritual, un hombre de Dios y un hombre de Iglesia de altísimo nivel. Esto lo ha demostrado tanto en su profesión de plena obediencia al Papa, como en la fundación y en el carisma fundacional de dos grandes Institutos de Caridad…