CIUDAD DEL VATICANO, 6 julio 2001 (ZENIT.org).- Por octavo año consecutivo, la Santa Sede ha concluido el año fiscal con superávit. En el año 2000, el beneficio neto fue de 8,5 millones de dólares. El dato constituye una tendencia, después de que durante 23 años, entre 1970 y 1992 los administradores pontificios cerraran sus cuentas en déficit.

En el curso de una conferencia convocada en el Vaticano para presentar el balance definitivo consolidado de la Santa Sede, el cardenal Sergio Sebastiani, presidente de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede, explicó este viernes que el beneficio alcanzado el año pasado se debe sobre todo a «una situación monetaria favorable».

Buena parte de las entradas que recibe el Vaticano de conferencias episcopales, congregaciones religiosas, organizaciones católicas, fieles, etc. llegan en dólares. El bajo valor del euro, moneda a la que ha adherido la Santa Sede, ha dado un mejor rendimiento a estas entradas.

Las cuentas de la Santa Sede
Los costes totales producidos por todos los organismos de la Santa Sede fueron de 194.364.423 dólares, mientras que las entradas han sido 202.931.730 dólares. El superávit exacto, por tanto, es de 8.567.307. Se trata de números inferiores a los de muchas diócesis de Estados Unidos o Europa.

Los costes de la Santa Sede crecieron en unos 26 millones de dólares a causa de las actividades del Jubileo del año 2000. Han sido gastos en medios de comunicación (Radio Vaticano, Centro Televisivo Vaticano, L´Osservatore Romano) y 70 personas contratadas para trabajar en la Curia durante el año santo en el que llegaron a Roma al menos 23 millones de peregrinos.

Además de «los gastos superiores tanto a nivel general como administrativo» también fue necesario efectuar «trabajos de restauración y manutención en las nunciaturas de nuestros representantes pontificios», añadió Sebastiani.

La aportación de los cristianos a las cuentas de la Santa Sede y el cambio favorable del dólar provocaron, sin embargo, un aumento de las entradas de la Santa sede por un valor de unos 30 millones de dólares.

La Santa Sede dejó 23 años de números rojos, después de que el Papa convocara una reunión de todos los presidente de las Conferencias episcopales del mundo en 1991. En ese año el Vaticano había experimentado el déficit más elevado de los últimos tiempos: 86 millones de dólares.

En el encuentro se recordó a todos los obispos del mundo la existencia del canon 1271 del Código de Derecho Canónico de la Iglesia en el que se pide que: «los obispos contribuyan a que la Sede Apostólica disponga de los medios que, según las distintas circunstancias, necesita para el debido servicio de la Iglesia universal». La respuesta de las diócesis ha quitado una seria preocupación desde hace años a Juan Pablo II.

«La autonomía económica para la Iglesia es la mejor garantía de libertad en su misión de evangelización sin depender de los potentes de este mondo», concluyó el cardenal Sebastiani.

Balance de la Ciudad del Vaticano
El balance económico de la Santa Sede, al que pertenecen los organismos que ayudan al Papa en el gobierno de la Iglesia, es diferente al de la Ciudad del Vaticano. Este último comprende las actividades propias de la vida del Estado más pequeño del mundo (museos, farmacia, supermercado, policía, etc.)

Un comunicado de prensa hecho público por el Consejo de Cardenales que se encarga de controlar las cuentas de la Ciudad del Vaticano revela hoy que este balance también se ha cerrado con un superávit de 22.442.788 dólares. Este dinero será utilizado para las obras de reforma estructuralo que no han podido afrontarse en años anteriores en la Ciudad del Vaticano, así como para las garantías sociales de los empleados del Vaticano (Fondo de Jubilaciones y liquidación).

Óbolo de San Pedro
El Óbolo de San Pedro, las ofertas destinadas a las obras de caridad del Papa y a las Iglesias necesitadas, ha recogido en el último año 63.633.799,97 dólares (8,3 millones de dólares más que el año pasado). El Santo Padre ha destinado esta cantidad a la ayuda de Iglesias del tercer mundo y a socorrer a personas pobres de poblaciones afectadas por catástrofes naturales.