CIUDAD DEL VATICANO, 8 agosto 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha escrito una carta apostólica para recordar los mil años del bautismo de Hungría y destacar el ejemplo de vida de oración ofrecido por el rey Esteban, santo reconocido por católicos y ortodoxos.
En su misiva, dirigida al primado de Hungría, el arzobispo de Esztergom-Budapest, Laszlo Paskai, el pontífice explica que el primer rey húngaro, fallecido en 1038, encontró en la religión cristiana «un manantial vivo» que le permitió ejercer su papel de monarca como «servicio» a favor de su pueblo.
La lección que hoy deja este santo, concluye el Papa, es la de la «promoción del espíritu de oración». «Especialmente ante las numerosas pruebas que el mundo de hoy plantea a la fe», explica el Papa, sin la oración los cristianos correrían el riesgo de vivir una fe mediocre y supersticiosa.
En el verano pasado, con un gesto realmente único, el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y el Santo Sínodo del mismo patriarcado decidieron reconocer a san Esteban de Hungría como santo de la Iglesia ortodoxa.