CIUDAD DEL VATICANO, 31 agosto 2001 (ZENIT.org).- El riesgo de una «nueva forma de racismo» en el desarrollo de técnicas de procreación artificial, y en particular en la clonación humana, ha sido denunciado con fuerza por la Santa Sede en un documento que ha publicado con motivo de la Conferencia internacional contra el racismo, que se ha inaugurado este viernes en Durban (Sudáfrica).
«El desarrollo de estas técnicas –denuncia el Vaticano– puede llevar a la creación de una subcategoría de seres humanos esencialmente destinada al bienestar de algunos».
Según la Santa Sede nos podríamos encontrara ante «una nueva y terrible forma de esclavitud».
El documento «La Iglesia frente al racismo – Por una sociedad m‡s fraterna» lamenta el replanteamiento de la «tentación eugenésica», que se puede constatar sobre todo en los «relevantes intereses comerciales» que se encuentran detrás de este tipo de experimentaciones.
«Los gobiernos y las comunidades cient’ficas –asegura el Vaticano– tendrán que estar muy atentos en este campo».
El documento, publicado por el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, actualizando con motivo de la actual Conferencia de las Naciones Unidas una versi—n ya publicada en 1988, muestra cómo diferentes formas de racismo se están intensificando en estos moentos, mientras tiene lugar en el mundo el imparable proceso de globalización.
«Desde 1988 hasta hoy –subraya el Consejo Pontificio Justicia y Paz, cuyo presidente es el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyen Van Thuân– por lo que se refiere al racismo, a la discriminación racial, a la xenofobia, a formas ligadas de intolerancia, la situación lamentable de entonces no se ha mejorado, es m‡s, ha empeorado, pues los movimientos de población han seguido aumentado, hasta el punto de que el conflicto entre las culturas y el carácter multétnico de la población se han transformado en un auténtico contencioso social».
Segœn el an‡lisis vaticano, «la caída del muro de Berlín ha esparcido rencores y nacionalismos que hab’an quedado escondidos durante los años de la cortina de hierro». La situación, después, se hizo más grave también en África, a pesar de que hay que saludar con satisfacción el final del régimen del Apartheid en Sudáfrica.
Esta situación, constata la Santa Sede, revela la importancia de la Conferencia de Durban, que no debería verse truncada por asuntos de política partidista.