«Sobre el muro de sombra de la muerte –dijo en su homilía–, la fe proyecta la luz fulgurante del Resucitado, primicia de quienes han pasado a través de la fragilidad de la condición humana y ahora participan en Dios del don de la vida sin fin».
El Santo Padre recordó con nombres y apellidos a los cardenales fallecidos en el último año.
Se trata de Myroslav Ivan Lubachivsky, arzobispo de rito oriental de Lvov (Ucrania); Giuseppe Casoria ex prefecto de la Congregación vaticana para el Culto Divino; José Alí Lebrún Moratinos, ex arzobispo de Caracas (Venezuela); Pierre Eyt, ex arzobispo de Burdeos (Francia).
Los otros purpurados fallecidos son: Thomas Joseph Winning, arzobispo de Glasgow (Escocia), Silvio Oddi, ex prefecto de la Congregación para el Clero; Giuseppe Maria Sensi, destacado representante diplomático de la Santa Sede.
Juan Pablo II hizo también mención especial al fallecimiento de Maximos V Hakim, patriarca de los greco-melquitas de Antioquía.
«Cristo, con la Cruz, dio un nuevo significado también a la muerte –recordó el Papa al recordarlos–. En Él, de hecho, ésta se convierte en gesto sublime de amor obediente hacia el Padre y supremo testimonio de amor solidario a los hermanos»
«Por ello –concluyó el Santo Padre–, considerado a la luz del Misterio pascual, el final de la existencia humana ya no se presenta como una condena sin posibilidad de apelación, sino como el paso a la vida plena y definitiva, que coincide con la comunión perfecta con Dios».
El colegio de los cardenales se compone en estos momentos de 179 miembros, de los cuales 130 son electores en un eventual cónclave y 49 no electores (han superado los ochenta años de edad).