CIUDAD DEL VATICANO, 18 noviembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II convocó este domingo un encuentro de representantes de las religiones del mundo en Asís, el 24 de enero de 2002, para rezar por la paz; e invitó a mantener un día de ayuno y oración por esta misma intención el próximo 14 de diciembre.
Estas fueron las palabras con las que el pontífice presentó sus dos propuestas a mediodía, antes de dirigir la oración mariana del Angelus junto a varios miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano.
* * *
¡Queridos hermanos y hermanas!
1. El escenario internacional sigue turbado por preocupantes tensiones. No podemos dejar de recordar los duros sufrimientos que han afligido y que siguen afligiendo a nuestros hermanos y hermanas del mundo: miles de víctimas inocentes en los gravísimos atentados del 11 de septiembre; innumerables personas obligadas a abandonar sus casas para afrontar lo desconocido y en ocasiones la muerte cruenta; mujeres, ancianos y niños expuestos al riesgo de morir de frío y hambre. En una situación que la siempre presente amenaza del terrorismo ha hecho dramática, sentimos la exigencia de elevar nuestro grito a Dios. Cuanto más insuperables parecen las dificultades y oscuras las perspectivas, más insistente debe hacerse nuestra oración para implorar de Dios el don de la comprensión recíproca, de la concordia, y de la paz.
2. Sabemos que la oración se hace más intensa si es acompañada por el ayuno y la limosna. Así lo enseña ya el Antiguo Testamento y los cristianos, desde los primeros siglos, han acogido esta lección y la han aplicado, especialmente en los tiempos de Adviento y Cuaresma. Por su parte, los fieles del Islam acaban de comenzar el Ramadán, mes consagrado al ayuno y la oración. Nosotros los cristianos comenzaremos dentro de poco el Adviento para prepararnos, en la oración, a la celebración de la Navidad, día del nacimiento del «Príncipe de la paz».
En este tiempo oportuno pido a los católicos que se viva el próximo 14 de diciembre como día de ayuno, en el que recen con fervor para que Dios conceda al mundo una paz estable, fundada en la justicia, y nos permita encontrar adecuadas soluciones a los muchos conflictos que angustian al mundo. Aquello de lo que nos privaremos con el ayuno puede ser puesto a disposición de los pobres, en especial de quien sufre en este momento las consecuencias del terrorismo y la guerra.
Quisiera, además, anunciar que tengo la intención de invitar a los representantes de las religiones del mundo a venir a Asís el 24 de enero de 2002 a rezar por la superación de las contraposiciones y por la promoción de la auténtica paz. Queremos encontrarnos juntos en particular, cristianos y musulmanes, para proclamar ante el mundo que la religión no deben ser nunca motivo de conflicto, de odio y de violencia. Quien acoge verdaderamente en su interior la palabra de Dios, bueno y misericordioso, debe excluir del corazón toda forma de odio y enemistad.
En este momento histórico, la humanidad necesita ver gestos de paz y escuchar palabras de esperanza. Como dije hace quince años, al anunciar el encuentro de oración por la paz que se celebraría en Asís en el mes de octubre sucesivo: «Es urgente que una invocación común se eleve con insistencia desde la tierra hasta el Cielo para implorar del Omnipotente, en cuyas manos está el destino del mundo, el gran don de la paz, presupuesto necesario para todo compromiso serio al servicio del auténtico progreso de la humanidad».
3. Confío desde ahora estas iniciativas a la materna intercesión de María Santísima, pidiéndole que apoye nuestros esfuerzos y los de toda la humanidad por la senda de la paz.
A ti, Reina de la paz, te pedimos que nos ayudes a responder con la fuerza de la verdad y del amor a los nuevos y sobrecogedores desafíos del momento presente. Ayúdanos a superar también este momento difícil, que turba la serenidad de muchas personas, y a comprometernos sin vacilación en la construcción cada día y en cada ambiente de una auténtica cultura de la paz.