PRAGA, 27 noviembre 2001 (ZENIT.org).- Cuando se aproximaban las elecciones al Senado en el pueblo de Rakvice, al sur de la República Checa, el párroco de 32 años, Vojtech Vlastimil Protivinsky, advirtió a sus parroquianos contra los candidatos del Partido Comunista.
En los sermones y en un volante entregado a los fieles, el padre Protivinsky advertía: «El Partido Comunista de Bohemia y Moravia presenta un grave peligro para la democracia, los derechos humanos básicos y para cada uno de nosotros. Detened el retorno del comunismo, id a votar el domingo y votad contra el candidato comunista».
La candidata comunista, Marta Struskova, perdió y el presidente del comité local del partido presentó una denuncia criminal contra el sacerdote. El asunto fue olvidado hasta hace una semana cuando saltó a los titulares nacionales después de que la policía anunciara el inicio de una investigación sobre el padre Protivinsky.
El presidente Vaclav Havel bloqueó la investigación. El fiscal local que había empezado el procedimiento dimitió, pero el caso de sacerdote se ha convertido en objeto de debate nacional.
«No pienso que deberían ganar aceptación en nuestra sociedad ideas que son un asalto a los derechos humanos básicos y contra las que cada individuo debería tomar posición», dijo el padre Protivinsky, explicando su postura al servicio en lengua checa de la BBC.
Analistas políticos han subrayado la paradoja de que los comunistas, que encarcelaron a cientos de sacerdotes, usen los instrumentos de la democracia para perseguir a un sacerdote que está en desacuerdo con ellos.
«Es absurdo –dijo Monika Pajerova, líder estudiantil durante la Revolución de Terciopelo de 1989 y hoy candidata centrista al Parlamento–. En lugar de perseguir a los ex funcionarios del Partido Comunista, van detrás de la gente que dice lo que todos están pensando».
«La libertad de expresión debe existir –dijo la portavoz del Partido Comunista Vera Zezulkova–, pero no debe ser suplantada por acusaciones mentirosas. ¿Tiene libertad de mentir?».
Los comunistas dicen que el padre Protivinsky está mezclando a su partido con los delitos de los comunistas de la época de la guerra fría y defienden su inocencia.
Un miembro del Partido Comunista, Miroslav Ransdorf, afirma que el peligro real es el resurgimiento del clericalismo, «el poder clerical que se entromete en los asuntos políticos».
El padre Daniel Herman, portavoz de la Conferencia Episcopal Checa, dijo que el sacerdote no estaba defendiendo una política de partido. «Dijo lo que la Iglesia Católica cree, que el comunismo es malo y equivocado –afirmó el padre Herman–. El comunismo no ha muerto. Es todavía un peligro latente».
Mientras tanto, los comunistas siguen obteniendo entre el 10 y el 13% de apoyo en los sondeos para las elecciones parlamentarias del próximo junio.