CIUDAD DEL VATICANO, 29 noviembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II viajará por primera vez a Bulgaria entre el 23 y el 25 de mayo de 2002, anunció este miércoles el ministro búlgaro de Asuntos Exteriores Solomon Passi.
El ministro hizo estas declaraciones tras mantener una entrevista con el responsable del protocolo de la Secretaría de Estado del Vaticano, monseñor Renato Boccardo, que se encuentra en Bulgaria para preparar este viaje.
Monseñor Boccardo confirmó que el Papa estará en Bulgaria el 24 de mayo, fiesta de los santos Cirilo y Metodio, evangelizadores de los pueblos eslavos y creadores de su alfabeto. Tradicionalmente todos los años en esta fecha el pontífice recibe en el Vaticano a una delegación búlgara.
El Vaticano ha respondido así favorablemente a una invitación dirigida al Pontífice en enero por 75 intelectuales búlgaros.
En el curso de su visita, el obispo de Roma mantendrá encuentros con representantes de las comunidades católica, judía, ortodoxa y musulmana, precisó monseñor Boccardo.
Según el ministro Passi, se trata de «un acontecimiento desde hace tiempo esperado por todo el país».
Cuatro presidentes búlgaros habían ya invitado al Papa, pero la Iglesia ortodoxa se había opuesto a la visita. Ultimamente el patriarca Maxim ha adoptado una actitud más neutral al respecto.
Tres búlgaros son considerados sospechosos por la justicia italiana de haber organizado el atentado perpetrado por el turco Mehmet Ali Agca contra Juan Pablo II en 1981 en la Plaza de San Pedro.
Uno de ellos, Serguei Antonov, fue arrestado en 1982 en la capital italiana y luego fue liberado tras cuatro años por «falta de pruebas».
El Estado búlgaro, en la época comunista, había respondido asegurando que se trataba de «una gran manipulación» de los servicios secretos estadounidenses para comprometer a Bulgaria, la aliada más fiel de la ex URSS.
Una investigación búlgara, llevada a cabo tras la caída del comunismo, no ha encontrado ninguna prueba de una implicación búlgara en este asunto.
En su carta abierta, los 75 intelectuales búlgaros estiman que el nombre de Bulgaria «sigue siendo injustamente asociado con este atentado» y «esta injusticia puede ser definitivamente reparada por una visita del Santo Padre» a Bulgaria.