CIUDAD DEL VATICANO, 2 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II confesó este domingo su dolor y preocupación por la terrible serie de atentados que tuvieron lugar en Israel este fin de semana.
Ante varios miles de peregrinos, que se congregaron en la plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Angelus, el Santo Padre recordó que en ese día comenzaba el Adviento, período litúrgico de preparación para la Navidad.
«Adviento es sinónimo de esperanza», aclaró, esperanza en Dios, que se encarna en Navidad, y que la liturgia de este domingo presentaba con las palabras del famoso oráculo del profeta Isaías: «Confluirán a él todas las naciones… No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra».
Estas palabras, constató el obispo de Roma, «contienen una promesa de paz más actual que nunca para la humanidad y, en particular, para Tierra Santa, desde donde también hoy llegan noticias dolorosas y preocupantes».
Entre el sábado y el domingo, en un intervalo de doce horas, Israel fue golpeada por dos series de atentados cuyo balance provisional en el momento en que se redactaba esta información era de 31 muertos y más de 220 heridos.
Los atentados constituyen el baño de sangre más trágico desde el inicio de la Intifada (sublevación palestina) hace 14 meses, cuyo siniestro balance es de al menos 1.039 muertos.
Ante esta situación, el pontífice volvió a proponer a «creyentes y hombres de buena voluntad» que se sumen a la jornada de ayuno y oración por la paz que ha convocado para el 14 de diciembre, así como al encuentro de los representantes de las religiones del mundo en Asís, el 24 de enero próximo.
El espíritu de estas dos iniciativas, concluyó, es el de ayudar «a crear en el mundo un clima más distendido y solidario».