CIUDAD DEL VATICANO, 11 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II pidió este martes que la comunidad internacional levante el embargo impuesto a Iraq, pues tiene entre sus víctimas desde hace años a la población inocente.
El Papa hizo público su llamamiento al encontrarse en el Vaticano con los obispos católicos de rito caldeo provenientes de Iraq, Irán, Líbano, Egipto, Siria, Turquía y Estados Unidos, al concluir su quinquenal visita al obispo de Roma y a la Curia.
En representación de los obispos pronuncio un discurso de saludo el patriarca de la Iglesia caldea, Raphael Ier Bidawid, que tiene su sede en Bagdad.
En el encuentro, el pontífice expresó su «compasión» por los cristianos de Iraq «probados al igual que el conjunto de la población del país desde hace años por el rigor del embargo que se le ha impuesto».
«Pido al señor que ilumine las inteligencias y los corazones de los responsables de las naciones para que actúen a favor del restablecimiento de una paz justa y duradera en esa región del mundo, y para que cesen los ataques contra la seguridad de las personas y el bien de los pueblos», afirmó Karol Wojtyla.
Al mismo tiempo, aseguró que el día de ayuno y oración por la paz, que ha convocado para el próximo viernes, 14 de diciembre, acercará a los creyentes a los sufrimientos de las poblaciones inocentes de Irak.
Será, dijo, «una ocasión propicia para que toda la Iglesia, al experimentar la privación de la comida, esté más cerca de las personas que sufren».
«Ese día –aseguró el Papa a los obispos caldeos–, pediremos a Dios que asista a vuestro pueblo y que abra el corazón de los hombres a los sufrimientos injustamente infligidos a tantos de vuestros hermanos».