Juan Pablo II: Todo creyente, incluso niño, está llamado a ser misionero

Intervención del Papa al rezar la oración mariana del «Angelus»

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CIUDAD DEL VATICANO, 6 enero 2002 (ZENIT.org).- «El mandato misionero es para todos los creyentes», recordó Juan Pablo II en este día de Reyes, tras celebrar la eucaristía de consagración de diez nuevos obispos.

Antes de rezar la oración mariana del «Angelus» desde la ventana de su biblioteca junto a varios miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, pronunció estas palabras.

* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. La solemnidad de la Epifanía subraya la universalidad de la Iglesia y su vocación misionera. Hoy, la Iglesia exulta porque se ha manifestado a todos los pueblos «la luz auténtica que ilumina a todo hombre» (Juan 1, 9).

Como María, se alegra al ver entrar en la humilde cueva de Belén a personas de toda raza, nación y cultura para adorar al Hijo de Dios. Experimenta, al mismo tiempo, la urgencia de ser cada vez más «luz» para difundir el mensaje salvífico a todas las gentes. El mandato misionero es para todos los creyentes, llamados a anunciar y testimoniar el misterio de la salvación que se realizó en la encarnación, muerte y resurrección de Cristo.

2. La Iglesia confía hoy la tarea de evangelizar, de manera especial, a los niños. Este es el significado de la Jornada Misionera Mundial de la Infancia, que este año tiene por lema «Enciende la esperanza» y compromete a los «muchachos misioneros» a difundir la luz de la solidaridad especialmente allí donde las tinieblas de la pobreza, el dolor y la guerra se hacen particularmente densas. El apoyo misionero de los niños es particularmente precioso para los numerosos misioneros que, fieles al mandato de Cristo, trabajan para propagar la Buena Noticia hasta los más alejados confines de la tierra. A cada uno de estos intrépidos evangelizadores se dirige nuestro reconocimiento, acompañado por el constante recuerdo en la oración al Señor.

Se dedicarán con especial atención a la exigente tarea misionera los obispos que esta mañana he tenido la alegría de consagrar. Les renuevo mi cordial saludo a ellos, a sus familiares, y a cuantos se unen a su alegría espiritual. Queridos hermanos y hermanas, acompañemos su ministerio con la oración para que sean guías seguros del rebaño que el Señor les ha confiado.

3. Algunas Iglesias orientales, como la Iglesia ortodoxa rusa, y las venerables Iglesias de Oriente, como la Iglesia copta, etíope, y armenia, celebran en este día la Navidad de Jesucristo. A ellas se dirige mi pensamiento de augurio y les aseguro mi oración incesante. Que la celebración de la venida del Verbo de Dios entre los hombres sea fuente de nuevo vigor espiritual, de nuevo fortalecimiento en él, y de comunión entre todos nosotros, que le reconocemos como Señor y Salvador. Que sea manantial de alegría al anunciarlo a todos los pueblos de nuestro tiempo.

Que la celestial Madre de Dios, que tiene en sus rodillas la Sabiduría del Padre, obtenga para los cristianos el don de la comunión plena y para todos el don de la paz. Que gracias a su intercesión toda persona de buena voluntad sea iluminada por la vivificante luz del misterio de la Navidad del Señor.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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