Juan Pablo II: Líderes religiosos en Asís para desacreditar la violencia

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Intervención del Papa al rezar el «Angelus»

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CIUDAD DEL VATICANO, 20 enero 2002 (ZENIT.org).- En el mediodía de este domingo, Juan Pablo II se asomó a la ventana de su biblioteca para rezar el «Angelus» con los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano. Estas fueron las palabras que pronunció al introducir la oración mariana.

* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Después del trágico atentado del 11 de septiembre pasado, siempre presente en nuestro recuerdo, y ante el riesgo de nuevos conflictos, los creyentes sienten la urgencia de intensificar su oración por la paz, pues ante todo es un don de Dios. En este contexto se enmarcó la Jornada de ayuno del 14 de diciembre pasado que recibió muchísimas adhesiones, así como la Jornada de oración por la paz, que se celebrará en Asís el 24 de enero próximo. Participarán representantes de diferentes confesiones cristianas y de otras religiones. Se repetirá así la experiencia del 27 de octubre de 1986, cuando, por primera vez, dentro de los muros de la ciudad de san Francisco confluyeron exponentes de las religiones del mundo para elevar al Cielo un fervorosa imploración de paz.

2. Desde entonces un nuevo espíritu –con frecuencia llamado el «espíritu de Asís»– anima el diálogo interreligioso y lo liga indisolublemente al compromiso por la justicia, la salvaguarda de la creación y de la paz. La Jornada de oración por la paz no pretende condescender con el sincretismo religioso. Todo grupo religioso, de hecho, rezará en lugares diferentes, según su propia fe, su propio idioma, su propia tradición, en el pleno respeto de los demás. Lo que unirá a todos los participantes es la certeza de que la paz es un don de Dios. Como creyente, cada quien sabe que está llamado a ser agente de paz.

Con este fundamento, hombres y mujeres pertenecientes a diferentes religiones no sólo pueden colaborar, es más, tienen que comprometerse cada vez más para defender y promover el reconocimiento efectivo de los derechos humanos, condición indispensable para una paz auténtica y duradera. Frente a la violencia, que en estos tiempos golpea tantas regiones de la tierra, experimentan la necesidad de mostrar que las religiones son un factor de solidaridad, desacreditando y aislando a quienes manipulan el nombre de Dios con objetivos o métodos que en realidad le ofenden.

3. El jueves próximo, si Dios quiere, realizaremos juntos una peregrinación en tren, siguiendo el ejemplo del beato Juan XXIII, que viajó a Loreto y Asís, el 4 de octubre de 1962. Invito a unirse a esta peregrinación a los creyentes y a las personas de buena voluntad del mundo entero, pues todos estamos llamados a construir juntos la paz. Quisiera invitar a que se unan a nosotros con la oración en particular a las comunidades religiosas y monásticas, en especial las de clausura, así como a los niños, enfermos y ancianos.

Que María, Reina de la paz, alcance para la humanidad el don precioso de la paz y nos ayude a ser en todo ambiente, como lo fue san Francisco, instrumentos de esa paz que sólo Dios puede dar.

[Después de rezar el Angelus, el Papa pronunció estas palabras]

Una vez más –y con qué tristeza– me veo obligado a recordar la dramática situación en Tierra Santa, donde repetidos ataques y represalias siembran todos los días sangre y muerte. Esta lógica perversa no lleva a ninguna salida y es doloroso constatar cómo los protagonistas del conflicto se han adentrado en un callejón sin salida.

No puedo dejar de invitar sentidamente a los responsables de las partes en lucha a poner punto final a tales enfrentamientos y a la comunidad internacional a no abandonarlos. Es urgente individuar juntos los instrumentos capaces de poner en movimiento el dinamismo de la paz, para permitir que israelíes y palestinos piensen en su futuro.

¡Que Dios, por intercesión de la Virgen María, ilumine la mente y el corazón de todo hombre de buena voluntad!

Aseguro, además, mi cercanía espiritual a las poblaciones golpeadas por la furia del volcán Nyiragongo, en la República Democrática del Congo, que desde hace unos días ha retomado su actividad con violencia inaudita. Que no falte nuestra ayuda concreta a quienes sufren a causa de esta gran calamidad.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit.

A continuación, el Papa habló en castellano]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, de modo particular a los grupos de las parroquias de San Juan y San Pablo de Murcia. Que la oración del Angelus os aliente a seguir dando testimonio de Jesucristo, el Hijo de Dios nacido de la Virgen María. ¡Qué la gracia y la paz del Señor os acompañen siempre!

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ZENIT Staff

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