PHNOM PENH, 8 abril 2002 (ZENIT.org).- Un acuerdo alcanzado entre el primer ministro de Camboya Hun Sen y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Vietnam garantiza el derecho de asilo en un tercer país a los mil refugiados llegados a Camboya, de las tribus conocidas como «montagnards» que viven en las tierras altas de Vietnam, en su gran mayoría cristianos. Estados Unidos se ha ofrecido a acogerlos.
El 31 de marzo, la agencia de noticias Xinhua de Hanoi, según informa Compass Direct, citaba al portavoz del ministro de Asuntos Exteriores para informar sobre la decisión del Gobierno vietnamita de ayudar a los refugiados que quieran regresar, por mediación del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y permitir a los que los deseen quedarse en Camboya como asilados.
Refiriéndose a esta nota de la agencia vietnamita, un observador citado por Compass afirmó que «parece indicar que Hanoi ha tragado un píldora amarga y ha abandonado su intransigente oposición al asilo para los «montagnards» especialmente en Estados Unidos».
«Esto sirve de alivio a los observadores de derechos humanos que habían informado sobre tropas en la frontera y temían que Vietnam lanzara una acción militar para hacer volver a los refugiados, a los que ellos llamaban «emigrantes ilegales»», siguen declarando los expertos.
Camboya ha tomado esta decisión tras una oferta de Estados Unidos, el pasado 26 de marzo, de conceder el asilo a estos refugiados.
«Fue una decisión neutral de nuestro Gobierno para cumplir con su deber humanitario en asuntos internacionales y acabar con este problema. Camboya cerrará los campos completamente y no permitirá a nuevos refugiados reasentarse en Mondolkiri Rathanakiri», dijo el primer ministro camboyano Hun Sen.
Esta decisión aplaca la tormenta diplomática suscitada a raíz de la pretendida vuelta forzosa de estos refugiados acordada por los gobiernos de Camboya y Vietnam a pesar de los numerosos testimonios de que se había desatado una persecución religiosa contra estas tribus cristianas por parte del Gobierno vietnamita.
Numerosos líderes tribales informaron de una amplia represión contra ellos que empezó la pasada Navidad, cuando fue prohibida la celebración de esta fiesta cristiana.
Líderes cristianos en Vietnam, a los que se permitió entrevistarse con diplomáticos en febrero, informaron de que sólo a un puñado de los cientos de comunidades cristianas «montagnards» se les ha permitido asociarse a la Iglesia Evangélica de Vietnam. La mayoría de las congregaciones siguen siendo consideradas ilegales y por tanto sujetas a todo tipo de persecución legal y extrajudicial.
Observadores protestantes que conocen la situación afirman que hasta que Vietnam no corrija las reales injusticias aplicadas a sus minorías, especialmente la persecución religiosa, el problema continuará.
Por su parte el Gobierno de Vietnam negó rotundamente, en declaraciones a los medios de comunicación, que los «montagnards» sufran discriminaciones.