Holanda: Repercusiones éticas y humanas de la ley de eutanasia

Entrevista con el profesor Bernard Crul, de la Universidad Católica

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CIUDAD DEL VATICANO, 8 abril 2002 (ZENIT.org).- La eutanasia ha sido despenalizada en algunos casos en Holanda desde el pasado 1 de abril, día en que entró en vigor la nueva ley.

Según la nueva normativa –que no elimina los delitos de eutanasia y suicidio asistido–, los pacientes terminales afectados por «sufrimientos insoportables» podrán ser ayudados, si lo quieren, a morir por sus médicos, que deberán atenerse a medidas concretas.

Quien practique la eutanasia deberá estar persuadido de que el paciente «ha hecho una elección voluntaria y bien meditada». El médico, antes de aceptar la petición, deberá consultar con un colega independiente que podrá dar su consenso por escrito sólo tras haber verificado las condiciones del paciente.

La ley reconoce la validez de una declaración escrita en la que se expresa la intención de recurrir a la eutanasia, incluso en el caso en el que el paciente no sea ya capaz de decidir.

Será posible pedir la eutanasia a partir de los 16 años. De los 12 a los 16 años, es necesaria la aprobación de los padres. El respeto de todas las condiciones necesarias será verificado por comisiones de vigilancia integradas por tres especialistas en materia legal, médica y ética.

El profesor de la Universidad Católica holandesa de Nimega, Bernard Crul, ha explicado a la «Radio Vaticana» su postura ante este grave cambio legal.

–La referencia, en la ley holandesa, a «sufrimientos insoportables» es la justificación fundamental en la que se basan todos los que apoyan la eutanasia…

–Bernard Crul: Es verdad. Algunos médicos, sin embargo, cuando han llegado a conocer las posibilidades que se ofrecen hoy día para el tratamiento del paciente, dicen: «Si hubiera tenido conocimiento de esta posibilidad, no habría aplicado la eutanasia a aquel determinado paciente hace algunos años».

Otra cosa importante es el comportamiento de las personas que están en torno al enfermo. Cuando es tranquilo y de consuelo, el sufrimiento es menor. En mi opinión, muchas peticiones de eutanasia son insinuadas al enfermo por el ambiente que le rodea. Cuando el paciente siente que su presencia como enfermo no es grata, porque es demasiado gravosa, que los amigos y la familia no logran soportar la fatiga que se deriva de su sufrimiento, siente un gran impulso hacia la eutanasia.

–¿En qué punto está la investigación sobre los cuidados paliativos?

–Bernard Crul: En un punto muy avanzado. Pero hay que encontrar siempre el equilibrio entre el nivel de sufrimiento que el paciente es capaz de soportar y el alivio que se puede ofrecer con los cuidados paliativos. Yo tengo pacientes que me dicen: «Doctor, cuando no pueda dejar ya la cama, pediré la eutanasia». Luego, cuando llegan a este punto, cuando ya no pueden abandonar la cama, ya no piden la eutanasia porque han aprendido a aceptar la nueva situación, y en esto les sostiene mucho la postura del personal médico y de sus seres queridos.

–Con esta ley, un chico de 16 años puede elegir libremente recurrir a la eutanasia. ¿No se corre el riesgo de opciones apresuradas?

–Bernard Crul: Sí, ciertamente. Yo soy completamente contrario a una solución como ésta. Una diagnosis muy frecuente es la de la depresión en la adolescencia…

–Como médico, ¿qué implicaciones éticas tiene para usted la eutanasia?

–Bernard Crul: Yo no me cansaré nunca de decir que actualmente hay otras posibilidades. Estoy convencido de que no sólo los médicos deben proporcionar la solución. La comunidad, la sociedad, deben sostener a los enfermos y hacer que la gente pueda morir con dignidad y tranquilidad. No es justo limitar esto a un problema únicamente médico: hay todo un campo muy amplio, que implica a toda la sociedad.

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ZENIT Staff

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