LONDRES, 3 mayo 2002 (ZENIT.org).- Monseñor Peter Smith, arzobispo de Cardiff, ha comentado la sentencia emitida este lunes por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso de Dianne Pretty versus el Reino Unido para afirmar que la respuesta a la eutanasia pasa por la promoción de los cuidados paliativos.
El arzobispo afirma en un comunicado enviado a Zenit que «nadie puede dejar de conmoverse por el sufrimiento de Dianne Pretty. La enfermedad de las neuronas motoras es una terrible enfermedad terminal» (Cf. Zenit, 29 de abril de 2000).
Añade que el caso de la señora Pretty ha presentado el mayor abanico de argumentos en apoyo de su petición de que se permita al marido ayudarla a suicidarse, sin correr el riesgo de ser incriminado.
En rechazo de esta petición, «el Tribunal Europeo de Derechos Humanos –indica el arzobispo– aunque mostró clara y profunda simpatía por su sufrimiento como persona, confirmó la santidad de la vida humana».
«El derecho a la vida no puede, sin una distorsión del lenguaje, ser interpretado para conferir el derecho diametralmente opuesto, es decir el derecho a morir. Ni se puede crear el derecho a la autodeterminación, en el sentido de otorgar a un individuo la capacidad de escoger la muerte antes que la vida», añade.
«Asimismo el Tribunal aceptó claramente que el derecho a ser protegido del trato inhumano y degradante no puede ser usado para pedir al Estado que respalde acciones encaminadas a acabar con la vida», indica el arzobispo.
El arzobispo de Cardiff es presidente del departamento de Responsabilidad Cristiana y Ciudadanía de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales. Solicitó y le fue concedido realizar una ponencia escrita sobre este caso tanto ante la Casa de los Lores como ante el Tribunal Europeo de Derechos humanos.
«La calidad de la vida es importante –subraya monseñor Smith–. Sin embargo, la necesidad de proteger a la vulnerable clase de personas enfermas terminales justifica la prohibición de la eutanasia y el suicidio asistido que existe, entre otras cosas, para proteger a los miembros débiles y vulnerables de la sociedad».
El arzobispo concluye reconociendo que «tenemos el deber de aliviar los sufrimientos, pero es siempre equivocado matar intencionalmente a seres humanos inocentes».
«Con el continuo desarrollo de buenos cuidados paliativos de calidad –considera–, se puede hacer mucho para aliviar tal sufrimiento y ayudar a mantener la dignidad de quienes están afligidos por enfermedades terminales. Tal cuidado es la respuesta apropiada y compasiva a personas en la situación e la señora Pretty».