CIUDAD DEL VATICANO, 6 mayo 2002 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la intervención de Juan Pablo II en la audiencia general del pasado miércoles 1 de mayo. Zenit no tradujo el texto por ser día de fiesta.

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1. Hoy, día primero de mayo, se celebra la fiesta del trabajo. Para nosotros, los cristianos, está puesta bajo la protección de san José obrero. Esta relevante celebración se pone de relieve con diversas iniciativas encaminadas a subrayar la importancia y el valor del trabajo, a través del cual el hombre, al transformar la naturaleza y adaptarla a sus necesidades, se realiza a sí mismo en cuanto hombre.

La invitación a someter la tierra (cf. Gn 1, 28), hecha por Dios al inicio de la historia de la salvación, reviste al respecto un interés decisivo, y siempre actual. La creación es don de Dios encomendado a la criatura humana para que, cultivándola y conservándola con esmero, pueda proveer a sus necesidades. Fruto del trabajo es el «pan de cada día» que pedimos en la oración del Padre nuestro.

En cierto sentido, se podría decir que mediante el trabajo el hombre se hace más hombre. Precisamente por eso, la laboriosidad es una virtud. Pero para que la laboriosidad permita efectivamente al hombre hacerse más hombre es preciso que vaya siempre unida al orden social del trabajo. Sólo de esta manera se salvaguardan la dignidad inalienable de la persona y el valor humano y social de la actividad laboral. Encomendemos a la vigilante protección de san José obrero a todos los que, en cualquier parte del mundo, forman parte de la gran familia del trabajo.

2. Hoy comienza el mes dedicado a la Virgen, tan querido para la piedad popular. Muchas parroquias y familias, siguiendo tradiciones religiosas ya consolidadas, viven el mes de mayo como un mes «mariano», caracterizado por múltiples y fervorosas iniciativas litúrgicas, catequéticas y pastorales.

Ojalá que sea por doquier un mes de intensa oración con María. Este es el deseo que de corazón formulo para cada uno de vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, a la vez que os recomiendo una vez más el rezo diario del santo rosario. Se trata de una oración sencilla, aparentemente repetitiva, pero sumamente útil para penetrar en los misterios de Cristo y de su Madre, que es también Madre nuestra. Al mismo tiempo, es un modo de orar que la Iglesia sabe que agrada a la Virgen. Se nos invita a recurrir a esta plegaria también en los momentos más difíciles de nuestra peregrinación en la tierra.

3. Al comenzar el mes mariano, os invito a todos a uniros a mí para orar por los trabajadores, y especialmente por los que no logran encontrar un empleo. No podemos por menos de intensificar nuestra confiada e incesante oración por la paz en Tierra Santa, donde deseamos que vuelvan cuanto antes a convivir, gozando de seguridad y serenidad, los pueblos israelí y palestino, ambos muy queridos para mí. Que nos lo obtenga la intercesión de la santísima Virgen y de san José, su esposo, el custodio del Redentor.

[Traducción del original italiano realizada por «L´Osservatore Romano»]

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Al final de la audiencia, el Papa hizo esta síntesis hablando en castellano.

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, primero de mayo, se celebra la Fiesta del Trabajo que los cristianos ponemos bajo la protección de san José obrero. Fruto del trabajo es el "pan nuestro de cada día", que pedimos en el Padrenuestro. Se puede decir que con el trabajo el hombre se realiza como tal, pero para ello es menester que se salvaguarde la dignidad inalienable de la persona y el valor humano y social de la actividad laboral.

También hoy comienza el mes dedicado a la Virgen. Para muchas parroquias y familias, siguiendo una tradición religiosa consolidada, es un mes mariano caracterizado por tantas iniciativas litúrgicas, catequéticas y pastorales. Os animo una vez más al rezo diario del santo Rosario, que es una oración sencilla pero que ayuda a penetrar en los misterios de Cristo y de su Madre, que es también la nuestra.

Os invito a orar por los trabajadores, especialmente por los que se encuentran desempleados. También a intensificar la oración por la paz en Tierra Santa, donde deseamos que puedan convivir, gozando de seguridad y serenidad, los pueblos israelita y palestino. Que nos lo obtenga la intercesión de la Santísima Virgen y de san José, su esposo, el Custodio del Redentor.

Saludo a los peregrinos de lengua española; de modo particular a los jóvenes del Instituto italiano de cultura «Ausonia», de Quilmes (Argentina). Sobre vosotros y sobre todos los presentes invoco la protección amorosa de la Santísima Virgen en este mes dedicado a Ella. Muchas gracias por vuestra atención.