«Ustedes son hombres y mujeres que escuchan –subrayó–. ¡Cuántas veces han escuchado confesiones! ¡Cuántas veces ustedes han dado aliento, han hecho terapia desde el volante! ¡Cuántas veces han abierto puertas de esperanza!».
Durante la misa por el Día del Taxista celebrada en la catedral metropolitana, el purpurado porteño recordó que «el trabajo de ustedes no es solamente conducir un auto; es dejar que el hermano se aproxime, y aproximar la escucha y el corazón de ese hombre o de esa mujer o de esa familia que ha subido».
El primado insistió en valorar la actitud de los trabajadores del volante: «Ustedes hacen bien a la sociedad con ese diálogo con el pasajero, aunque no le hablen de Dios, pero se acercan al alma de un hermano o una hermana y le abren un horizonte de esperanza».