Holanda: El homicidio de Fortuym, crimen de la «libertad individualista»

El cardenal Simonis comenta el asesinato del líder de la extrema derecha

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MILÁN, 8 mayo 2002 (ZENIT.org).- Holanda se encuentra en estado de shock tras el asesinato del líder político de extrema derecha Pim Fortuyn.
Pero lo acontecido no es una sorpresa para el cardenal Adrianus Simonis, arzobispo de Utrech.

Holanda es considerado por muchos como el país de las libertades civiles. Ahora, sin embargo, un líder político ha sido asesinado por la calle como sucede en el sur del mundo.

«Ha salido a la superficie el alma individualista de mi país –explica el purpurado en declaraciones concedidas este miércoles al diario Avvenire–. Aquí cada uno piensa que sus ideas, sus opiniones, no deben tener en cuenta a los demás. La libertad es privada. Es mía. Nosotros vivimos en este contexto «enfermo». Nos hemos olvidado de que somos seres sociales con obligaciones sociales».

Según Simonis, este asesinato tiene una explicación: «la violencia en el mundo occidental ha superado los niveles de seguridad. Hay una criminalidad en las calles que asusta. Individualismo exasperado y violencia generan el mal mas grande: la falta de respeto por la vida».

Ahora bien, el cardenal considera que no hay que dejarse llevar por la impresión que dan algunos medios de comunicación. Según él la juventud holandesa no es xenófoba ni racista.

«Yo tengo una percepción diversa de la juventud holandesa. Si bien los que se dirigen al obispo son, necesariamente, jóvenes seleccionados –explica–, son creyentes que aman a la Iglesia. Con los otros los contactos son menos frecuentes. Pero hablar de juventud racista y xenófoba es excesivo».

La revista «Time» dedicó un reportaje a Holanda muy lisonjero. Pero según el cardenal su país no es un modelo exportable. «¿Cómo se puede definir un modelo un país donde hay una legislación muy permisiva en materia de aborto, donde ha sido introducida la eutanasia, hecha pasar como un derecho, y donde son lícitos los matrimonios entre personas del mismo sexo?», se pregunta.

«Se trata de consecuencias de esta libertad individualista. La holandesa es una sociedad demasiado, permisiva. Más allá de los límites de lo permitido».

El cardenal concluye pidiendo que el homicidio de Fortuyn «sea la ocasión para reflexionar de verdad sobre todo lo que está aconteciendo en Holanda».

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ZENIT Staff

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