La legislación es punto medio adoptado por la ministra Anne MacLellan entre las restricciones a la investigación con embriones establecida por Estados Unidos y una ley como la de Gran Bretaña, que permite a los investigadores crear embriones sólo para
estudio.

Esta práctica será prohibida en Canadá con la nueva ley y los investigadores tendrán que inscribirse en una nueva agencia reguladora para tener acceso a los embriones sobrantes creados en las clínicas de fertilidad, pero que no se piensan fecundar.

La ley prohíbe también que los donantes de semen u óvulos y las madres alquiladas sean pagados por sus servicios, aunque se les pueden ofrecer cifras para cubrir «gastos razonables», como el aparcamiento, ropas de maternidad, que deberán justificar con un
recibo.

La nueva Agencia de Reproducción Asistida de Canadá conservará información en archivo y a los donantes se les dará la opción, a una petición del niño, de dar a conocer su identidad.


Jim Hughes, presidente nacional de la Coalición Campaña por la Vida, dijo que el proyecto de ley permite la destrucción de embriones humanos para investigar con células estaminales, algo que «nunca ser justificado».

«Estoy muy disgustada, muy trastornada. No creo que sea el camino correcto», añadió la portavoz de Campaña por la Vida Karen Murawsky.