CIUDAD DEL VATICANO, 13 mayo 2002 (ZENIT.org).- El desafío que plantea la globalización es la solidaridad, es decir, la construcción de un mundo más humano para todos, afirmó Juan Pablo II al reunirse con 18 alcaldes de algunas de las ciudades más importantes del mundo.
Se encontraban en Roma este lunes para participar en el lanzamiento del Glocal Forum, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la promoción de relaciones entre ciudades con el objetivo de alcanzar un nuevo balance entre fuerzas «globales» y «locales» en el mundo de hoy.
«El «ethos» de una ciudad debería quedar marcado por una característica por encima de todas las demás: solidaridad. Cada uno de ustedes tiene que afrontar serios problemas sociales y económicos que sólo podrán resolverse con un nuevo estilo de solidaridad humana», afirmó el Papa.
«Instituciones y organizaciones sociales a diferentes niveles, así como el Estado –añadió–, deben comprometerse en la promoción de un movimiento general de solidaridad entre sectores de la población, prestando particular atención a los débiles y marginados».
«No es simplemente un asunto de conveniencia –aclaró el obispo de Roma–. Es una necesidad de orden moral, en la que tienen que ser educadas las personas, y en la que tienen que comprometerse como una cuestión de conciencia todos aquellos que de una manera u otra tienen un papel influyente».
«El objetivo de la solidaridad debe ser el progreso de un mundo más humano para todos –insistió–, un mundo en el que cada individuo sea capaz de participar de una manera positiva y fructífera, y en el que el bienestar de algunos deje de ser un obstáculo para el desarrollo de los otros, al contrario, debe convertirse en una ayuda».
El Santo Padre alentó a los alcaldes, así como a las otros componentes del Glocal Forum (asociaciones de ciudadanos, gobiernos municipales, organizaciones no gubernamentales, así como instituciones públicas y privadas) a concebir su trabajo como «una oportunidad única para hacer el bien»
En nombre de los alcaldes presentes, pronunció el discurso de saludo Walter Veltroni, alcalde de Roma.