BOSTON, 20 mayo 2002 (ZENIT.org).- El cardenal Bernard Law envió este domingo de Pentecostés una carta a los fieles de su arquidiócesis en la que responde a algunas acusaciones falsas dirigidas contra la manera en que reaccionó ante escándalos de sacerdotes.
En la misiva, de tres páginas, que se puede consultar en la página web de la arquidiócesis http://www.rcab.org, el cardenal Law afirma que los medios de comunicación en estos días han ocultado aquellos documentos que demuestran su determinante lucha en años pasados contra estos escándalos.
El cardenal Law afirma que desde que fue nombrado obispo en 1984 afrontó estos casos como «el resultado de una patología psicológica», pues así se lo sugirieron médicos competentes.
Desde 1993, añade, cada caso ha sido examinado por un equipo compuesto en su mayoría por laicos de diferentes competencias.
En ese mismo año, recuerda, la arquidiócesis adoptó una política de acción contra estos sacerdotes. Esa política no preveía entonces la denuncia de estos casos a las autoridades, pues los expertos consideraban que esto desalentaría a algunas víctimas a denunciarles ante la Iglesia.
Este aspecto, añade, ha sido revisado y ahora «toda denuncia es presentada inmediatamente a la autoridad pública competente». Es más, añade, «hemos entregado los nombres de todos los sacerdotes en vida que conocemos contra quienes se han presentado acusaciones creíbles de abuso sexual de menores».
A continuación, el cardenal Law responde a cuestiones suscitadas por uno de los escándalos más graves, el del ex sacerdote Paul Shanley, a quien se le acusa de haber abusado de numerosos niños. Algunos medios de comunicación acusaron al cardenal de haberse limitado a transferirle de parroquia en parroquia ante estos hechos.
«Os aseguro ante Dios que sólo tuve conocimiento de las acusaciones de abuso sexual contra este sacerdote en 1993» y «entonces se reaccionó inmediatamente: su autorización para servir como sacerdote en California fue anulada», revela.
El cardenal Law reconoce que se dieron errores, pero éstos se deben al hecho de que en esas circunstancias la arquidiócesis no contaba con la información necesaria para afrontar esos casos. «De todos modos, nunca se intentó poner a riesgo a niños», asegura.
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May 20, 2002 00:00