JERUSALEN, 20 mayo 2002 (ZENIT.org).- El patriarca latino de Jerusalén invitó este domingo de Pentecostés a israelíes y palestinos a una purificación radical.
Su Beatitud Michel Sabbah, de origen palestino, exhortó en la homilía de la solemne celebración eucarística: «Purifiquémonos para ponernos de lado de la persona humana y del misterio de Dios revelado en esta tierra».
«A los palestinos y a los israelíes les decimos: lleváis la imagen de Dios, toda persona es el santuario de Dios. Es el lugar santo por excelencia».
«Queremos justicia y paz –dijo el patriarca durante la homilía en la iglesia de la Dormición de Santa María en Jerusalén–, y es necesario buscarla con Dios. Palestinos e israelíes deben ser conscientes de ello. Los líderes tienen la responsabilidad de las violaciones de la persona humana que continúan en esta tierra».
«Por pretextos políticos, no hacen otra cosa que aumentar temor y venganza –añadió–. Dejemos de lado el conflicto y purifiquémonos».
«Debe nacer una realidad nueva –concluyó–, y el Espíritu de Dios debe ser acogido para que guíe a los responsables a la creación de una tierra nueva y de un hombre nuevo. La Tierra de Dios merece un trato mejor por parte de los hombres que la gobiernan».
En la misma celebración, monseñor Nelson Viola consejero eclesiástico de Caritas Internationalis hizo un llamamiento análogo: «la paz es posible siempre y en todo lugar, si estamos dispuestos a reconocer en todo ser humano antes que nada a un hermano y a una hermana».
«Estamos totalmente convencidos de que no hay paz sin justicia, así como no hay justicia sin amor y perdón. Los pilares de la auténtica paz son la justicia y esa forma de amor que es el perdón», concluyó monseñor Viola.
