CIUDAD DEL VATICANO, 31 mayo 2002 (ZENIT.org).- El padre Pío de Pietrelcina ha pasado a la historia como «un gran apóstol del confesionario», afirma el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
El cardenal José Saraiva Martins, en un artículo publicado en la edición italiana diaria de «L´Osservatore Romano» (30 de mayo), recuerda que el religioso capuchino se sentó horas y horas, mañana y tarde, durante 58 años, a dispensar el sacramento de la Reconciliación.
«En su causa de canonización éste ha sido ciertamente su mayor título de gloria, la prueba de su santidad y el ejemplo más brillante que ha dejado a los sacerdotes de todo el mundo», explica el purpurado portugués, al recordar al fraile que será canonizado por Juan Pablo II el próximo 16 de junio.
El cardenal afronta después el centro de la vida espiritual del fraile de Pietrelcina, la cruz.
«Del padre Pío se subrayan otras cosas, más fáciles de comprender y de aceptar. Pero si se quita de la vida del padre Pío y de su espiritualidad la realidad de la cruz, su santidad queda vacía», explica.
«La cruz no como un episodio, sino como actitud de vida, porque toda su vida ha sido vivida a la sombra de la cruz para la gloria de Dios, la santificación personal y la salvación de los hermanos», aclara.
En su espiritualidad, el sufrimiento «no es un castigo» sino «una prueba del amor de predilección» por «las almas privilegiadas elegidas para participar en los misterios dolorosos del Redentor».