Inaugurada una iglesia católica en la ciudad de los obreros de Chernobil

Un signo de esperanza en medio de la devastación del accidente nuclear

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ROMA, 31 mayo 2002 (ZENIT.org).- Una iglesia católica ha surgido en Slavutyc con el deseo de ser un signo de esperanza para la ciudad de los obreros que trabajaban en la central nuclear de Chernobil.

La primera eucaristía fue celebrada el pasado 21 de mayo por el nuncio apostólico en Ucrania, el arzobispo Nikola Eterovic, según informa el servicio informativo de las comunidades religiosas en Roma Vidimus Dominum.

En la ceremonia de bendición del templo, dedicado al santo francés Eugenio de Mazenod ( 1782- 1861), fundador de los Oblatos Misioneros de María Inmaculada, participaron los católicos de la localidad, así como religiosos y religiosas venidos de varias partes de Ucrania pertenecientes a esa familia religiosa.

Slavutyc es todavía hoy considerada como peligrosa, a causa de las radiaciones del accidente nuclear de Chernobil, que tuvo lugar en mayo de 1986.

Acogiendo un pedido de los obispos locales, la primera comunidad de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada iniciaron su apostolado en esta región en junio de 1993. Cuatro religiosos ejercen su servicio evangelizador en un territorio habitado por 1.300.000 personas.

En Cernihiv, capital de la región, durante los primeros años, los religiosos celebraban la misa en el atrio del antiguo edificio de la iglesia, que se utiliza todavía hoy como archivo de Estado.

Desde entonces, realizan obras caritativas: preparan comidas diarias para los niños pobres, y la comunidad organiza vacaciones en países europeos (Italia, Austria, Polonia…) para que los pequeños que están enfermos a causa de las radiaciones puedan respirar aires más puros.

Católicos de la ciudad Slavutyc, de 27.000 habitantes, construida para los obreros de la central atómica, pedían a los religiosos los sacramentos, pero no tenían un lugar de culto.

El nuncio apostólico, en la homilía de la celebración eucarística, prometió que informaría a Juan Pablo II de la inauguración de esa nueva iglesia, pues estaba seguro de que supondría una gran noticia para el obispo de Roma.

El padre Pavlo Vyshkovskyy, joven sacerdote nacido en Ucrania, explica a «Vidimus Dominum» que «los Misioneros Oblatos trabajan con el objetivo de que esta zona se convierta en signo de esperanza»

«El hombre que vuelve a Dios puede construir la civilización del amor incluso sobre los restos de sus errores y pecados. Durante mucho tiempo la comunidad católica de Slavutyc se reunía para las celebraciones en diversos locales, tanto privados como del Gobierno; ahora tendrá su propia iglesia», constata.

«Hasta ahora se venía a esta ciudad para ver las consecuencias de la estupidez y de la soberbia del hombre –concluye–; con la consagración de la nueva iglesia queremos dar a entender que, si se pone la vida en las manos de Dios, es posible la renovación del hombre, de la familia y de la sociedad».

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ZENIT Staff

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