KIGALI, 21 mayo 2002 (ZENIT.org).- Los obispos de la ensangrentada región africana de los Grandes Lagos han hecho un llamamiento en el que constatan que «nuestros pueblos están cansados de todas estas guerras y aspiran ardientemente a la paz».

El pronunciamiento ha tenido lugar esta semana pasada, al concluir la reunión de la Asociación de las Conferencias Episcopales de África Central (ACEAC) conformada por los obispos de Burundi, República Democrática del Congo y Ruanda.

Los tres países afrontan el drama de la violencia interétnica, que encontró su expresión más feroz en el genocidio de Ruanda, en 1994.

En el encuentro extraordinario, que tuvo lugar en Kigali (Ruanda), tras los realizados a inicios del año en Kinshasa y Bujumbura, los obispos reflexionaron en un mensaje que les envió Juan Pablo II en el que invitaba a todos los hombres de Iglesia a hacer un examen de conciencia ante esta situación.

Las causas de esta grave situación, se afirma en el documento final, son «pecados que marcan la naturaleza humana» como «el etnocentrismo, el egoísmo de algunos líderes y la pérdida del sentido moral en un gran número de personas».

No faltan si embargo signos de esperanza, como los acuerdos de paz de Lusaka, de Arusha y las negociaciones del diálogo intercongoleño.

«El hecho de que los pueblos sigan viviendo juntos y siendo solidarios, a pesar de las fuerzas de la violencia y de la división --subrayan los obispos--, constituye una luz de esperanza».

Estos pasos significativos deber consolidarse a través de la «construcción común de un Estado de derecho» en la región de los Grandes Lagos y la «promoción de una cultura de la paz».

Al final de la cumbre, los obispos de África Central redactaron también un «Manifiesto por la Paz» en el que denuncian las violaciones que lesionan los derechos fundamentales de las poblaciones: desde el tráfico de armas al mal gobierno, desde el odio con fondo étnico al continuo proliferar de
conflictos.

«Hemos decidido consagrar cada año, el primer domingo de Adviento a la oración y a la reflexión sobre el perdón, la reconciliación y la paz», anuncia el «Manifiesto por la Paz», que destaca la creación, en el seno de las comunidades eclesiales, de un «servicio específico para la reconciliación y la resolución de los conflictos».

En el documento se anuncia, por último, la publicación, en 2004, de una exhortación pastoral sobre «Iglesia como Familia de Dios en África Central» dedicada al papel de la Iglesia en el desarrollo integral y pacífico de la región de los Grandes Lagos.