La falta de ética derrumba empresas

Crisis de confianza en la gestión de los directivos

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NUEVA YORK, 13 julio 2002 (ZENIT.org).- Los escándalos empresariales que implican prácticas poco fiables en la contabilidad, o a ejecutivos sin escrúpulos, se han vuelto casi noticia diaria en las últimas semanas. El anuncio del fraude de 3.800 millones de dólares en la contabilidad de WorldCom se sumó al derrumbamiento de Enron y la reciente condena de grupo de consultoría y contabilidad Arthur Andersen.

Luego llegó el anuncio de que Xerox iba a modificar los resultados de los cinco últimos años a causa de giros contables, informaba Reuters el 28 de junio. Xerox afirma que las ganancias antes de impuestos, en el último periodo de cinco años, bajarían por este motivo en 1.400 millones de dólares con respecto a las cantidades antes anunciadas.

Las prácticas de contabilidad creativa, pensadas para hacer que los resultados de la compañía parezcan mejores, son ahora comunes. Cada cuatrimestre, las compañías deben informar sobre sus resultados y, si las cifras no llegan a las estimaciones hecha por los analistas de mercado, sus acciones pueden bajar en un 10% o más en un solo día, informaba el New York Times el 29 de junio.

Para evitar esto, algunas compañías basan su contabilidad en el beneficio que los inversores esperan, y luego ajustan sus ventas y costes hasta asegurar que se obtiene el resultado deseado, al menos, sobre el papel.

Un factor que ha propiciado este proceso es que, durante la última década, los pagos a los ejecutivos se ligaron de manera creciente al precio de las acciones. Con frecuencia, una gran parte del salario de un ejecutivo jefe se hacía en forma de «stock options» (opciones de compra).

Esto significaba que los altos ejecutivos tenían interés en apoyar estimaciones elevadas en los precios de las acciones, observaba el Financial Times el 1 de julio. El conflicto de intereses entre el papel de los ejecutivos y el de los accionistas condujo a que WorldCom prestara 375 millones de dólares a Bernie Ebbers, entonces ejecutivo jefe, de manera que no tuviera que vender sus 28 millones de acciones de la compañía.

Otros casos recientes incluyen a Dennis Kozlowski, que ganó más de 200 millones de dólares vendiendo acciones en Tyco en los tres años anteriores a su renuncia como presidente y ejecutivo jefe. Y Jeff Skilling de Enron se embolsó 100 millones de dólares vendiendo sus acciones en los tres años anteriores al derrumbe.

“Las opciones de compra han supuesto que se pongan en la misma línea los intereses de los accionistas y de los gestores”, concluía el Financial Times. “Pero estos ejemplos demuestran que el uso excesivo de las opciones puede conducir a una mala gestión a gran escala”.

Los escándalos han tenido lugar en un momento en el que los precios de las acciones ya habían bajado, y han intensificado su tendencia a la baja, por lo que, en las últimas semanas, los mercados han visto cómo los índices bajaban a niveles no vistos en años. El dólar norteamericano también se ha debilitado, cayendo casi al nivel de paridad con el euro. Todo esto ha llevado a no pocos comentaristas a hablar de una crisis en el modelo norteamericano de capitalismo.

Un comentario de George Trefgame en el London Telegraph del 27 de junio apoyaba el sistema de mercado, pero indicaba los problemas provocados por la falta de honestidad personal. El error viene enmascarado por los modernos barones del robo, indicaba: “Los grandes ejecutivos jefes, banqueros, contables, algunos de los cuales han mentido y han engañado, burlando a los inversores y saqueando las compañías para su propio beneficio”.

La manía de las fusiones
Otro factor que ha conducido a la actual crisis es la manía de las fusiones. Las fusiones, con frecuencia impulsadas por precios de acciones inflados, han estado detrás del extraordinario crecimiento del WorldCom, como observaba un análisis del Washington Post el 30 de junio.

En 1997, WorldCom compró MCI, la compañía telefónica de larga distancia de Estados Unidos, por 37.000 millones de dólares. De hecho, MCI era tres veces más fuerte que WorldCom, pero la compra se hizo gracias a la rápida subida de las acciones de WorldCom.

Otra de las empresas que recientemente han caído, Tyco, adquirió 700 compañías sólo en los últimos tres años, hacía notar el Wall Street Journal el 6 de junio. Estas “frenéticas ganas de comprar” han hecho de Tyco una de las compañías accionarias más calientes de Wall Street, con porcentajes de crecimiento del 20%, pero sus acciones comenzaron a derrumbarse este año debido a las preocupaciones contables.

El Journal citaba un estudio encargado por el periódico a la financiera Thomson. El estudio revela que las acciones de los cincuenta más grandes compradores de finales de los noventa habían caído tres veces más que el porcentaje industrial del Dow Jones.

Otro de los ejemplos mencionados es AT&T, que ahora está vendiendo una enorme colección de compañías de cable que compró por más de 90.000 millones de dólares en los años noventa. Y Cisco Systems Inc., uno de los principales compradores en el mundo de la tecnología, ha visto como sus acciones caían asta el 80% de su valor en los pasados dos años.

Según el Journal, las fusiones subieron hasta los 1.800.000 millones de dólares en el año 2000, más del triple del nivel de experimentado a mediados de los noventa. Pero la actividad de fusiones ha caído este año hasta el nivel más bajo de los últimos ocho años, en parte debido a los derrumbes recientes.

Un estudio anterior, de Deloitte & Touche, examinaba las 40 investigaciones recientes más grandes llevadas a cabo por sus servicios de prácticas reorganizativas en el Reino Unido. El estudio revela que el 57% de los negocios tienen una fusión fallida o una adquisición como la principal causa de sus problemas, informaba el Financial Times el 12 de febrero.

Un vivo ejemplo de los problemas de las fusiones es el caso de AOL Time Warner, el más grande conglomerado de medios del mundo, formado como resultado de una serie de fusiones en los últimos años. Sus acciones han caído el 61% este año, informaba el 3 de julio el New York Times.

El 2 de mayo, The Guardian publicaba un informe sobre la compañía, poco después de que anunciara unas pérdidas de 54.000 millones de dólares, “que reflejaban la caída de valor de sus activos desde la fusión de America Online con Time Warner hace dos años”. El periódico observaba que el precio de las acciones ha bajado al menos en un 75% con respecto al nivel en el que estaban, antes de que las compañías negociaran la fusión.

Una vuelta a las pautas morales
En su encíclica de 1991, “Centessimus Annus”, Juan Pablo II habló con dureza contra las prácticas financieras ilícitas. Junto con la falta de estabilidad y el problema de la corrupción, “la proliferación de fuentes impropias de enriquecimiento y de beneficios fáciles, basados en actividades ilegales o puramente especulativas, es uno de los obstáculos principales para el desarrollo y para el orden económico” (No. 48).

El Papa hablaba con aprecio de la propiedad privada y del papel de los mercados, pero también observaba que la titularidad de la propiedad y los medios para producir bienestar “se vuelven ilegítimos”, cuando son resultado de la especulación, explotación o de la ruptura de la solidaridad entre las personas trabajadoras. “Este tipo de propiedad”, escribía “no tiene ninguna justificación y constituye un abuso ante Dios y los hombres” (No. 43).

Juan Pablo II volvió a hablar sobre el tema en el mensaje del Día Mundial de la Paz del año 2000. En una advertencia profética dijo: “Lo que se necesita urgentemente es una reconsideración del concepto de ‘prosperidad’ en sí mismo, para evitar que se encajone en una perspectiva utilitaria y estrecha que deje poco espacio para valores tales como la solidaridad
y el altruismo”.

El Papa urgió para que “las prácticas económicas y las políticas relacionadas con ellas tengan como objetivo el bien de cada persona y de toda la persona. Ésta no es sólo una exigencia de la ética sino también de una sana economía”.

El mensaje del Día de la Paz afirmaba que: “Una economía que no tenga en cuenta la dimensión ética y no busque servir al bien de la persona –de cada persona y de toda la persona– no puede llamarse a sí mima ‘economía’, entendida en el sentido de un uso racional y constructivo de la riqueza material”. Los líderes de los negocios y los inversores han descubierto lo caro que cuesta el no prestar atención a este consejo.

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ZENIT Staff

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