LONDRES, 20 julio 2002 (ZENIT.org).- El ministro de Interior británico, David Blunkett, anunció la pasada semana ante la Cámara de los Comunes que se reclasificará la marihuana, pasando de ser una droga de clase B a una de clase C, informaba la BBC el 10 de julio.
Blunkett también anunció que un controvertido experimento con marihuana realizado en el barrio londinense de Brixton se extenderá a toda la ciudad.
Los cambios tendrán lugar dentro de un año. En pocas palabras, equipararán la droga con los antidepresivos y los esteroides. La posesión de pequeñas cantidades ya no será considerada como pena de arresto. Blunkett afirmó que estos cambios pretenden liberar a la policía para que concentre sus esfuerzos en la lucha contra las drogas duras como el crack, la cocaína y la heroína.
El ministro de Interior rechazó la opinión de que afrontaba con falta de dureza el tema de las drogas, al decir que la policía podrá todavía arrestar a los consumidores de marihuana en ciertos casos “agravados”, como cuando fumen cerca de niños. Además, se han aumentado las penas máximas para los traficantes de drogas de clase B y C, de 5 a 14 años.
“No legalizaremos o descriminalizaremos ninguna droga, ni afrontaremos una medida si no es apropiada”, indicaba Blunkett. También informó al parlamento de que el status legal del éxtasis no cambiará. En los pasados meses, un informe parlamentario pedía que el éxtasis pasara de la clase A a la B. Blunkett también rechazó la posibilidad de introducir narcosalas, donde los adictos a la heroína pudieran inyectarse sin ser arrestados.
En la Cámara de los Comunes, Blunkett fue acusado por Oliver Letwin, portavoz de la oposición para asuntos de Interior, de hacer culpable al gobierno de “una responsabilidad masiva” y a las comunidades del país de “la perspectiva de un desastre social”, informaba Independent el 11 de julio. Letwin afirmó, ante el parlamento, que esta política enviará “mensajes de profunda confusión” y, de hecho “dará a los traficantes el control sobre el cannabis, mientras la policía mirará para otro lado”.
El debate se hizo candente por el hecho de que el mismo día dimitió el consejero del gobierno para las drogas, Keith Hellawell, en protesta por la relajación de la ley de la marihuana. “Esto es debilitar la ley y dar un mensaje equivocado”, afirmó, según informó el Guardian el día 10 de julio. Hellawell ha sido jefe del Departamento de Policía designado por el primer ministro Tony Blair para afrontar los temas internacionales relacionados con las drogas.
Presión a favor de la relajación
Muchos editoriales de prensa aplaudieron la decisión de relajar las leyes sobre el consumo de marihuana. Los periódicos también han publicado recientemente artículos favoreciendo los cambios. El 2 de mayo, por ejemplo, el Times informó de que los jefes de Departamento de Policía de Gran Bretaña pedían que los consumidores de heroína y cocaína fueran enviados a tratamientos en vez de procesados. El periódico también informó que la policía se había propuesto tener una actitud más relajada hacia las personas detenidas con pequeñas cantidades de marihuana.
En The Observer del 19 de mayo, el filósofo A. C. Grayling indicaba, “creo que la heroína, la cocaína, la marihuana y derivados de éstos deberían ser legales y estar disponibles de la misma manera que la nicotina y el alcohol”. Fundaba su opinión en el principio de que en el área de las libertades civiles “no hay justificación en virtud del supuesto bien de la sociedad para limitar el comportamiento, a no ser cuando adquiere forma de violación, asesinato, robo, altercado o fraude, que son intrínsecamente perjudiciales para el tejido social, e implican daños a terceros inocentes”.
Los problemas de Brixton
La oposición a los cambios legales en materia de drogas se ha visto apoyada por la experiencia del barrio de Brixton, al sur de Londres. En él, a los consumidores que tienen pequeñas cantidades de marihuana se les confisca la droga y se les deja ir con una advertencia. Según el Times del 11 de mayo, el Comisionado Asistente, Mike Fuller, jefe del departamento de drogas de Scotland Yard, afirmó que el experimento corre el riesgo de incitar a los niños al consumo de droga.
Fuller afirmó que un rector de Brixton se había quejado a la policía de que los niños estaban llegando a la escuela por las mañanas “colocados” de marihuana, y los padres estaban preocupados de que la liberalización pudiera llevar al consumo de drogas duras.
Según The Observer del 23 de junio, el consumo de drogas duras es altísimo en Brixton. A un año del experimento, el centro de Brixton es “un supermercado de 24 horas de crack”, con 12 millones de libras (18,6 millones de dólares) de mercado de crack.
Los residentes han informado de que niños de diez años están consumiendo marihuana, afirmaba The Observer. Algunos traficantes han empleado a sus propios hijos como correos y los recompensan con droga, añadía el periódico. El consumo de heroína se ha elevado en Brixton, constataba ese mismo diario.
Ha fallado otro experimento de relajación de las leyes sobre el consumo de marihuana en el Estado del Sur de Australia, según un artículo del 19 de junio publicado por el Sydney Morning Herald. El año pasado el experimento del gobierno de 14 años de duración, que incluía la descriminalización de la marihuana, fue abandonado casi en su totalidad.
“El modelo de 1987 ha fallado y estamos viendo cómo se han instalado totalmente las redes de la droga”, afirma el ministro de policía, Robert Borkenshire. “Cuando el partido laborista puso en marcha esto, agitó la bandera de que los pequeños sindicatos levantarían redes de droga y esto es lo que ha ocurrido”.
Riesgos durante el embarazo
El debate sobre las leyes que regulan el consumo de marihuana tiene lugar cuando numerosos estudios revelan los problemas de salud relacionados con las drogas. La BBC informaba el 7 de enero de que las mujeres, que fuman marihuana durante el embarazo, pueden impedir el crecimiento de sus bebés. Un equipo de investigadores del Reino Unido y Nueva Zelanda descubrieron que fumar un canuto de marihuana a la semana durante el embarazo equivale al efecto producido por fumar 15 cigarrillos al día.
Según informaba Reuters el 5 de marzo, los consumidores crónicos y de grandes cantidades de marihuana sufren pérdida de memoria y problemas de concentración que pueden afectar a su trabajo, preparación académica y a su vida en general.
Un estudio del Journal of the American Medical Association examinaba a 51 personas que habían consumido marihuana regularmente durante unos 24 años. “Los consumidores a largo plazo… realizaron significativamente peor los tests de memoria y atención que los no consumidores o los consumidores a corto plazo con unos 10 años de consumo”, afirmaba el estudio.
The Guardian citaba el 3 de junio al Dr. Neil Brenner, director médico del hospital psiquiátrico The Priory, que indicaba que la marihuana “puede conducir a problemas psicológicos”.
“Soy muy cuidadoso con el tema de las drogas blandas”, decía Brenner. “El cannabis era entre 20 y 30 veces menos fuerte en los años 70 de lo que es ahora. Es mucho más potente”. Añadía: “Puede precipitar los problemas psicológicos de quien sea vulnerable, y no es algo que se pueda consumir sin consecuencias”.
El mismo día en que Blunkett anunciaba las nuevas leyes sobre drogas, la BBC sacó un informe en el que se afirmaba que la marihuana puede plantear una amenaza más grande a la salud que el tabaco. La Fundación Británica de Pulmón esta llevando a cabo una revisión de las investigaciones sobre el impacto de fumar marihuana para la salud. Los resultados preliminares sugieren que la droga es al menos tan dañina como el tabaco —
y puede acarrear un mayor riesgo de algunos cánceres de vías respiratorias–.
“Hace cincuenta años, la gente pensaba que fumar era algo bueno”, afirmaba la directora ejecutiva de la fundación, Dame Helena Shovelton. “Ahora es considerado como un desastre para la salud pública –no queremos que ocurra lo mismo con el cannabis–”.
El Consejo Pontificio para la Pastoral de los Agentes Sanitarios publicó un estudio sobre las drogas a fines del pasado año. El documento indicaba algunos problemas físicos y psicológicos relacionados con el consumo de marihuana y concluía que liberalizar las leyes en esta materia podría confundir, causando un grave daño a la sociedad. La evidencia muestra que relajar las leyes sobre el consumo de drogas crea más problemas de los que resuelve.