Algunas claves para comprender lo que pasa en Toronto

Habla monseñor Rylko, secretario del Consejo Pontificio para los Laicos

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TORONTO, 23 julio 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- Al comenzar oficialmente las Jornadas Mundiales de la Juventud, el secretario del Consejo Pontificio para los Laicos, responsable a nivel vaticano del encuentro juvenil, comenta la marcha de los acontecimientos. El arzobispo Stanislaw Rylko, polaco, ha vivido ya una decena de vísperas como ésta.

Los jóvenes han llenado de color las calles del centro de Toronto y monseñor Rylko subraya que justamente éste es el mensaje: «Estamos en una metrópoli moderna, donde los cristianos a menudo viven en el anonimato. Las JMJ son también un momento en el que los creyentes «invisibles» se manifiestan al mundo».

Dada su experiencia, al pedirle una previsión de esta Jornada, responde: «Cada JMJ es un desafío. Y ésta en especial ha tenido muchos, desde el del famoso 11 de septiembre que ha creado no pocos problemas a nivel operativo, a la gran distancia entre Canadá y otros continentes».

–Estos desafíos, sin embargo, no han detenido a los jóvenes que, por el contrario, han mostrado más valor que los adultos. Los 200.000 inscritos hasta ahora, ¿son pocos o muchos?

–Monseñor Rylko: Basándonos en las experiencias anteriores, normalmente evitamos hablar de números porque en estos acontecimientos lo importante es cada joven que llega. Cada uno trae toda su historia personal, sus problemas, sus esperanzas. Por lo tanto, no son las cifras las que cuentan. Cuenta cada joven que llega.

–Desde el punto de vista espiritual, ¿cuál es el rasgo distintivo de esta JMJ?

–Monseñor Rylko: Son JMJ organizadas dentro de una metrópoli moderna y por ello recuerda justamente Denver y París. Es una experiencia especial porque nos invita a confrontarnos con los areópagos modernos y con la cultura en gran parte secularizada. Por esto es importante que los jóvenes, que viven en buena parte en estas metrópolis, puedan encontrarse y ver que somos muchos los que creemos en Cristo y estamos orgullosos de ello.

–¿Qué idea se ha hecho de la sociedad canadiense?

–Monseñor Rylko: Me impresionó el hecho de que fueron los propios obispos de Canadá los que pidieron al Papa esta Jornada. Y lo hicieron porque, como pastores, advirtieron que la JMJ es un evento importante no sólo para los jóvenes sino para toda la Iglesia y para el modo de situarse en la sociedad. Donde la fe corre el riesgo de ser marginada o vivida con complejo de inferioridad respecto a esta cultura, la JMJ es una gran oportunidad, un don, una gracia. Y creo que lo que distingue esta Jornada es el hecho de que una Iglesia relativamente pequeña ha tenido el valor de lanzarse a una iniciativa tan grande. Porque estoy seguro de que, también esta vez, será una Jornada mundial grande, sobre todo desde el punto de vista espiritual.

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ZENIT Staff

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