TORONTO, 24 julio 2002 (ZENIT.org–Avvenire).- Las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) se celebran en un país en el que los jóvenes universitarios viven en un ambiente intelectual en ocasiones hostil a su opción cristiana.
Es la constatación de Jeannine Langan, profesora universitaria de Filosofía, fundadora del movimiento «Cristianismo y Cultura» hace 23 años y líder de opinión célebre en Toronto.
De esta Jornada, la profesora espera mucho: «deben ser los jóvenes en primera persona los que vuelvan a descubrir la importancia de un sólido arraigo en la cultura católica que debe encontrar pleno derecho de ciudadanía en las universidades», afirma.
–Este deseo parece esconder una preocupación. ¿No existe libertad en la enseñanza?
–Langan: En Toronto, hay una tensión evidente, sobre todo en las universidades, donde se registran hechos inquietantes. Conozco estudiantes que a menudo tienen miedo de expresar su actitud cristiana ante los profesores.
–¿Miedo a las represalias?
–Langan: El riesgo a ser ridiculizados públicamente, cosa que a nadie le gusta. Por ello, se callan y se refugian en su rincón, se unen pasivamente a la masa, a pesar de que en nuestras universidades se ofrecen cursos en los que el cristianismo se presenta como un hecho importante, positivo.
–¿Qué hay más allá del silencio de estos estudiantes?
–Langan: Un déficit cultural. Duele decirlo, pero la mayor parte de nuestros universitarios expresa, en el aspecto religioso, un nivel de conocimiento y formación comparable al de la enseñanza secundaria e incluso primaria. Está claro que tienen dificultad en afirmar el cristianismo y los valores en los que creen en un ambiente intelectualmente agresivo.
–¿Cuál sería la solución?
–Langan: Hay que prepararse para garantizar una educación católica, pero antes que nada cristiana, a un nivel que sea verdaderamente de enseñanza superior. En las universidades hay que presentar una visión completa del hecho cristiano. A nivel concreto, habría que animar también al redescubrimiento del arte cristiano.
–¿En qué medida las JMJ pueden ser una ayuda en este sentido?
–Langan: Cuando el Papa vino por primera vez, todos los cristianos, tanto católicos como protestantes, mostraron una actitud sorprendentemente positiva. Hubo una cooperación fructífera. Se puede trabajar juntos, tras la visita, para devolver a la cultura cristiana el alcance que se merece.