Juan Diego, un modelo de inculturación de la fe

El experto Fidel González explica el sentido de su canonización

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ROMA, 29 julio 2002 (ZENIT.org).- Al canonizar al indio Juan Diego, testigo de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en 1531, Juan Pablo II le propondrá este 31 de julio como modelo de inculturación.

Lo asegura en esta entrevista el padre Fidel González Fernández, rector de la Universidad Pontificia Urbaniana de Roma, historiador y experto en la figura del nuevo santo.

Según la tradición, sólidamente documentada, entre el 9 y el 12 diciembre de 1531, la Virgen pidió a Juan Diego que transmitiera al obispo Fray Juan de Zumárraga su deseo de que se construyera una iglesia en su honor.

Al pedirle un signo que probara la voluntad de la Virgen, Juan Diego llevó al prelado franciscano rosas en pleno invierno. El indio las había recogido y envuelto en su tilma (manta de algodón de la vestimenta india) para entregarlas al obispo. Al abrirla, apareció la imagen de Nuestra Señora impresa en la tilma.

Estos extraordinarios acontecimientos desempeñaron un papel decisivo en la conversión de la población india, que en un primer momento encontraba grandes problemas para abrazar el Evangelio.

–¿Por qué se llega a la canonización de Juan Diego 454 años después de su muerte?

–Fidel González: Diría que por tres motivos. En primer lugar, porque la legislación canónica, establecida en tiempos de Urbano VIII, con exactitud en 1635, desanimaba la introducción de procesos de canonización en general. Las pocas causas que se iniciaban se referían a grandes fundadores de institutos u obras religiosas o a grandes figuras, muchas veces apoyadas por las monarquías o por otras autoridades religiosas. En segundo lugar, la corona española no era favorable a introducir causas de canonización. Por último, hay que tener presente que Juan Diego era indio. En el pasado, se introducían las causas de grandes fundadores, como san Ignacio de Loyola, de grandes misioneros, como san Francisco Javier, y de grandes místicos, como santa Teresa de Jesús… Pero a nadie se le ocurría iniciar la causa de canonización de un indio.

–El fenómeno guadalupano ha sido concebido por algunos más bien como un símbolo. Con la canonización, recupera su carácter histórico.

–Fidel González: El fenómeno guadalupano, como hecho histórico, no tuvo discusión durante tres siglos, hasta el XVIII. En la época de la independencia de México –momento en que la población pedía la intercesión de la Virgen de Guadalupe–, un español, Juan Bautista Muñoz, prefirió interpretar la aparición como un mito. Más adelante, con el liberalismo y el positivismo histórico, muchas cosas se pusieron en duda y algunos comenzaron a reducir el acontecimiento guadalupano a un símbolo. Hoy, la documentación histórica a nuestra disposición nos lleva a dar la razón a quienes en el siglo XVII analizaron jurídicamente los hechos hasta lograr también la verificación histórica.

–¿Cuál es el mensaje de Juan Diego y de nuestra Señora de Guadalupe?

–Fidel González: El mensaje es muy sencillo. Nuestra Señora se presenta como la «Madre de aquél a través del cual se vive», que es una expresión empleada en las antiguas tradiciones indígenas para definir al Dios creador, omnipotente. La maternidad de María, por lo tanto, quiere abrazar y acoger entre sus brazos a toda la humanidad, bajo el signo de la presencia de Cristo encarnado en su seno, para hacer descubrir a los hombres el propio rostro, la propia dignidad de hijos de Dios y de hermanos entre ellos.

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ZENIT Staff

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