ROMA, 20 agosto 2002 (ZENIT.org).- «Pequeñas iniciativas en un campo en el que el gobierno comunista ejerce un control evidente». Así describe la «Comboni Press», boletín de los Misioneros Combonianos, la situación de la información religiosa en China.
A este tema el órgano informativo dedica un dossier, en el que señala el florecimiento de pequeñas iniciativas, muy apreciadas por la población, pero que se realizan en el marco de una autocensura rígida, para evitar problemas con el gobierno, que por su parte tiene una actitud condescendiente.
«Dado que los medios de comunicación son propiedad del Estado, la libertad de información es una quimera. Basta echar una mirada a la situación de Macao y de Hong Kong, que hoy forman parte de China, para darse una idea de cómo el gobierno comunista trata de anestesiar y domesticar los medios de comunicación no controlados directamente», explica el dossier del que publica algunos párrafos el portal «Vidimus Dominum».
Por lo tanto, «si en China la Iglesia tiene dificultad para desplegar sus actividades, en este campo las dificultades son mayores. No obstante, se están dando pasos hacia adelante gracias al valor, la determinación y el compromiso de los agentes pastorales de las diversas diócesis. Hay editoriales como la «Sapientia Press House» de Pekín y la «Guangqi» de Shanghai que publican Biblias, libros de teología, misales, etc. que, naturalmente, necesitan el visto bueno del gobierno. Ambas surgieron con financiamientos extranjeros y su misión es la de difundir el evangelio como pueden».
La «Faith Press», de la provincia de Hebei, trabaja como editorial de libros, de material religioso y del quincenal católico «Fe», fundado en 1991, que tiene un tiraje de 40.000 ejemplares. En ocho páginas se publican noticias relativas a la Iglesia universal, las diócesis de China, temas para niños y para jóvenes, artículos sobre problemas sociales para sensibilizar a los católicos sobre las necesidades de los más pobres, sobre todo en caso de catástrofes, etc.
Por su amplia difusión y su influencia, el periódico ya ha sido cerrado varias veces por las autoridades gubernamentales: la última vez en ocasión de la canonización de los mártires chinos, a causa de la publicación de la lista de los mártires y de otros artículos que han suscitado las iras del gobierno.
En Shanghai, además, desde hace un par de años se publica el boletín de noticias eclesiales intitulado «El discípulo», en el que se presentan noticias sobre la vida de la comunidad cristiana y la participación en ella de los niños, jóvenes y adultos de las parroquias y de la catedral de San Pablo. Con más de 100 ediciones, continúa siendo un instrumento de animación y de información parroquial.
En la ciudad de Tianjin, al este de Pekín, desde mediados de los años noventa se viene publicando el periódico católico «Shengshen Zhiguang» que hace también las veces de boletín diocesano, y cumple una función de formación sobre temas religiosos y de información sobre las actividades diocesanas y parroquiales.
Ha servido de incentivo la reciente desaparición del boletín diocesano «Chingxing» de la diócesis de Hengshui, en la provincia de Hebei.
En la diócesis de Pekín, ya desde mediados de los años noventa, se publica el periódico mensual «Tianguangbao», cuya finalidad, como lo indica su título, es que «la luz de Dios ilumine».
«Hasta dónde podrá llegar la libertad de expresión dependerá del contexto –concluye el dossier–. La autocensura ayuda a la supervivencia, a expensas de una mayor objetividad e independencia editorial. Evitar herir la sensibilidad o tocar tabúes para el gobierno y, al mismo tiempo, informar y formar a los católicos en la verdad es una tarea tan fascinante como utópica. Queda todavía mucho camino por andar, pero mientras tanto la Iglesia busca los caminos más cortos, a veces llenos de espinas, para informar y formar a la comunidad de los creyentes en China».