CIUDAD DEL VATICANO, 23 agosto 2002 (ZENIT.org).- El camino hacia la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, que se celebrará en Johannesburgo (Sudáfrica) del 26 de agosto al 4 de septiembre, ha estado lleno de obstáculos.

En la reunión preparatoria, celebrada en junio pasado en Bali (Indonesia), una cuarta parte del documento final quedó entre corchetes, que indican la falta de consenso entre los diferentes países sobre el enunciado.

El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, el arzobispo Renato Martino, quien guiará la delegación vaticana en Johannesburgo, explica en esta entrevista la concedida a «Radio Vaticano» la importancia de la Conferencia.

--¿Por qué no se pone de acuerdo el mundo para afrontar cuestiones tan importantes?

--Monseñor Martino: La Conferencia comenzará el domingo y se prolongará un día más con respecto al calendario para ver si se alcanza un acuerdo. Pero el tema principal de esta Conferencia es siempre el mismo: el desarraigo de la pobreza, superar la brecha que existe entre los países ricos y los países pobres.

Si nosotros, en el mundo desarrollado, no comenzamos a pensar en modificar nuestros niveles de vida y, al mismo tiempo, en tratar de ayudar a los países pobres, seguiremos celebrando Conferencias con resultados mínimos.

Cuando vemos que el 15 por ciento de la población mundial --los ricos-- consumen el 56 por ciento de los recursos de la tierra, mientras que el 40 por ciento --los países pobres-- son condenados a consumir sólo el 11 por ciento; cuando una persona en el mundo desarrollado consume casi 7 toneladas de petróleo, mientras su hermano en los países de desarrollo consume 10 veces menos... Entonces se comprende cómo difieren los estilos de vida.

En el mundo hay once millones de niños que mueren al año por enfermedades fáciles de curar, como la diarrea o enfermedades respiratorias, y hay 325 millones de niños que no van a la escuela. Estos son problemas que hay que resolver de una vez por todas.

--Usted apunta con el dedo a los estilos de vida asumidos por el mundo occidental. El Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha pedido no exportar estos estilos de vida a los países en vías de desarrollo, pues crearía daños enormes al ambiente...

--Monseñor Martino: Claro. Por desgracia, es lo que más fácilmente se exporta y se podría corregir si el ejemplo comenzara precisamente por los países desarrollados. Ahora, la reticencia por parte de todos los países ricos para pasar del 0,5% al 0,7% en la aportación del Producto Interno Bruto (PIB) como contribución al desarrollo ha sido una de las causas de la falta de éxito pleno en las Conferencias que han precedido a la de Johannesburgo: la de Doha, la de Monterrey, en marzo, y la de la FAO de junio, en Roma.

--Johannesburgo, ¿será otra ocasión perdida?

--Monseñor Martino: No, espero que no. Esta es verdaderamente la oportunidad en la que todos deberían arremangarse y comenzar este nuevo desarrollo mundial, el desarrollo sostenible. Hay que tomar conciencia de que no poderos usar y abusar de la creación con emisiones indiscriminadas de gas... Podemos constatar esa nube tóxica que se cierne sobre Asia de más de 16 kilómetros cuadrados.... Cuando vemos que todos los años una extensión de bosque cuatro veces más grande que Suiza es destruida, entonces tenemos que preguntarnos: «¿Cuándo pondremos punto final a este derroche?».