BARCELONA, 6 diciembre 2002 (ZENIT.org).- La nueva Europa y su futura Constitución no pueden arrinconar la fe en la esfera privada, han afirmado intelectuales, políticos, y hombres de Iglesia de todo el viejo continente en el primer día de sesiones de la Convención de Cristianos por Europa.
En la inauguración del encuentro, convocado por E-Cristians (http://www.e-cristians.net) junto con la Asociación Católica de Propagandistas, participaron el arzobispo de Barcelona, cardenal Ricard Maria Carles; el presidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol; el nuncio apostólico de la Santa Sede ante las Comunidades Europeas, el arzobispo Faustino Sainz Muñoz; y el presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfonso Coronel de Palma.
Al tomar la palabra ante la Convención, que se celebra hasta el domingo en la Universidad Abat Oliba, el cardenal Carles impulsó la iniciativa pues Europa, según dijo, necesita «que los laicos nos den su opinión porque, en esta sociedad europea plural, se tiene que oír la palabra cristiana, sobre todo teniendo en cuenta que existe un cuerpo doctrinal de la Santa Sede que debe ser conocido».
«Lo religioso no debe ser sistemáticamente marginado porque, si fuera a sí, tendríamos una enorme carencia moral», añadió el purpurado.
El líder catalán Jordi Pujol confesó por su parte con gran sinceridad: «La civilización cristiana, no sé si es más feliz, pero es más eficaz y más justa que otras. No hay ninguna civilización capaz de crear y distribuir tanta riqueza como la cristiana».
«En el mundo cristiano –subrayó–, hay más libertad, más igualdad de la mujer, más respeto por los derechos humanos. De hecho, muchas otras civilizaciones a menudo quieren parecerse a nosotros».
«El cristianismo ha contribuido decisivamente en dos rupturas decisivas –constató el presidente de la Generalitat–: la separación entre el poder temporal y el espiritual y la
del pensamiento religioso con el científico».
«Personalidades de gran relevancia –reconoció–, como el escritor José Saramago o el ex primer ministro italiano Giuliano Amato, han reconocido en alguna ocasión que todos los europeos son de alguna manera cristianos».
«No nos tenemos que esconder de nuestros valores cristianos –afirmó el líder catalán–. En Francia, cuando se elaboraba la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, algunos políticos de todos los signos se manifestaron contra la inclusión de referencias al cristianismo, pero hubo otras personalidades, como Jacques Delors, Michel Campdesus o el filósofo Paul Ricoeur, que se mostraron a favor».
«En el terreno religioso, si alguna comunidad ha sentido necesidad de reconciliación, ésa es la católica –insistió Pujol–. El Papa ha pedido perdón a todo el mundo, en una gran exhibición de tolerancia, y nosotros también tenemos que hacerlo. No hemos de tener miedo, aunque también hay que recordar que, en el siglo XX, el catolicismo es la confesión con mayor número de mártires».
Por eso, concluyó, «es importante que se hable del hecho religioso en la construcción europea, por su importancia histórica, su decisiva influencia y porque hay una cierta tendencia a silenciar esta evidente realidad».
El arzobispo Faustino Sainz Muñoz, nuncio apostólico de la Santa Sede ante las Comunidades Europeas, reconoció que «Todos, también el Santo Padre la Santa Sede, estamos muy interesados por la construcción europea. Esta Convención subraya la presencia de los laicos en la sociedad y, de alguna manera, expresa el sacerdocio real de los laicos. No se puede relegar la fe a la esfera privada o secreta, como Nicodemo, sino hacerla pública, como Santo Tomás Moro».
«La importancia de la Convención de Cristianos por Europa está en su coincidencia en el tiempo con el proceso de elaboración de la Constitución europea –aclaró–. No imponemos nuestros dogmas, sino que proponemos algo con argumentos con los que se identifican la gran mayoría de europeos. Queremos, eso sí, una Europa laica pero no laicista».
«El recuerdo de las raíces cristianas puede ser un aspecto más impactante a nivel mediático –dijo por último–, pero lo verdaderamente importante es la relación de la concepción cristiana con la construcción de la Europa del presente y del futuro».
El presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfonso Coronel de Palma afirmó que «la Convención de Cristianos por Europa pretende crear un ámbito de trabajo para incidir en las instituciones y en los trabajos de la Constitución europea, entendiendo la política en su sentido amplio de servicio al bien común».
«No queremos imponer ninguna religión –puntualizó–. Queremos que se reconozca el hecho religioso desde la neutralidad en esta Europa que ha sido capaz de lo más grande pero también de lo peor».
«Reivindicar la presencia cristiana en Europa –concluyó– es revindicar la esencia del continente, así como el carácter fundamental de la familia como elemento básico y el derecho de todos a la vida desde la concepción hasta la muerte».