La Nueva Era, incompatible con el cristianismo, explica un informe vaticano

CIUDAD DEL VATICANO, 3 febrero 2003 (ZENIT.org).- Si bien hay cosas positivas en la «New Age» o «Nueva Era», las creencias de este fenómeno religioso contemporáneo de carácter gnóstico son incompatibles con el cristianismo, explica un «informe provisional» publicado este lunes por la Santa Sede.

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El documento «Jesucristo, portador de agua viva. Una reflexión cristiana sobre la Nueva Era», de unas 95 páginas, que todavía no ha sido traducido al castellano, es obra de un grupo de trabajo sobre los nuevos movimientos religiosos.

Este equipo está compuesto por miembros de diversos organismos de la Santa Sede: el Consejo Pontificio de la Cultura y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, que lo firman, con la ayuda de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y del Consejo Pontificio par la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

El texto explica que la Nueva Era no es «exactamente una religión, sino que se interesa más bien por lo que llama «divino». La esencia de la Nueva Era es la libre asociación de varias actividades, ideas y personas a las que se puede aplicar este término. Por tanto, no se da en ella una articulación definitiva como en las religiones principales».

Entre las diferencias fundamentales entre el cristianismo y la Nueva Era, el informe cita, por ejemplo, la visión misma de Dios. Para la primera, es «algo que se puede usar o una fuerza para ser más poderosos», mientras que para la Iglesia es una persona con el que el hombre está en relación.

La Nueva Era presenta Cristo como «un sabio o un iniciado más», o un «Cristo universal, impersonal y eterno». «Niega o reinterpreta la muerte de Cristo en la cruz para excluir la idea de que, en cuanto Cristo, pueda haber sufrido». Para el cristianismo Jesús es el Hijo de Dios, único salvador del hombre.

Para la Nueva Era la salvación es un logro personal. Por esto utiliza términos como «auto-realización», «auto-redención», «auto-complacencia». «Para los cristianos la salvación depende de la participación en la pasión, muerte y resurrección de Cristo y de una relación personal directa con Dios y no de una técnica cualquiera», aclara el texto.

La Nueva Era tiende a confundir «psicología con espiritualidad», constata el informe. Sin embargo, «la mística cristiana es esencialmente diálogo que implica una actitud de conversión, un éxodo del yo hacia el Tú de Dios», aclara.

En la presentación a la prensa, el cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, consideró que «el fenómeno de la Nueva Era, junto a tantos otros nuevos movimientos religiosos, es uno de los retos más urgentes para la fe cristiana», pues implica sed de Dios.

Ahora bien, calificó a la Nueva Era de «respuesta equivocada» a «una cultura en crisis profunda».

Por su parte el arzobispo Michael Fitzgerald, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, aclaró a los periodistas que el diálogo con las demás religiones o con las personas que creen en la Nueva Era no implica «cancelar las diferencias».

En particular, explicó, la Iglesia no puede avalar «la tesis de la unidad de las religiones, la convicción de que todos los caminos son iguales, estimar las religiones pre-cristianas como las más auténticas».

«Ante las muchas prácticas ligadas a las teorías de la Nueva Era –concluyó–, se nos invita a utilizar el discernimiento».

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ZENIT Staff

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