CIUDAD DEL VATICANO, 11 febrero 2003 (ZENIT.org).- La intensificación de la colaboración entre la Santa Sede y las Iglesias ortodoxas experimenta un nuevo paso con la visita que, desde el lunes, lleva a cabo una Delegación de la Santa Sede en Atenas.
El arzobispo de Atenas y de toda la Grecia, Su Beatitud Christodoulos, había invitado al Papa a enviar una Delegación de la Santa Sede para corresponder la visita --calificada de «histórica»-- que el pasado marzo hizo a Roma una Delegación del Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa griega.
Las relaciones entre la Iglesia ortodoxa griega y Roma nunca fueron fáciles desde el cisma de Oriente de 1054. Son diez siglos de separación «caracterizada por muchos errores y sufrimientos» --como dijo entonces el metropolita Panteleimon, quien dirigía aquella delegación, al Papa en su mensaje de saludo--.
El intercambio de delegaciones se sitúa en el contexto del viaje del Papa a Grecia en mayo de 2001, según informa un comunicado del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Con ello se busca establecer y desarrollar modos de colaboración y de testimonio común en materias como la paz, la justicia, los derechos humanos, el carácter sagrado de la vida y la protección de la creación y en los problemas actuales del continente europeo.
Encabeza por el cardenal Walter Kasper --presidente del mencionado organismo vaticano--, la delegación designada por el Santo Padre esta integrada también por el obispo Brian Farrel L.C. y monseñor Johan Bonny --respectivamente secretario y oficial de la Sección Oriental del mismo dicasterio--, y por el nuncio apostólico en Grecia, monseñor Paul Fouad Tabet.
El marco de estos intercambios quedó definido en la Declaración Común que firmaron Juan Pablo II y el arzobispo Chritodoulos el 4 de mayo de 2001. En el texto se expresó la satisfacción por el progreso de la Unión Europea a la vez que se constataba «la tendencia emergente a transformar algunos países europeos en Estados secularizados sin referencia alguna a la religión».
Afirmando que ello constituía una negación de su herencia espiritual, la Declaración subrayó una llamada común a «intensificar nuestros esfuerzos para que la unificación de Europa llegue a cumplimiento» y recalcaba el deber mutuo de «hacer lo posible para que se conserven íntegras las raíces y el alma cristiana de Europa».
La delegación de la Santa Sede tiene por delante un programa análogo al que desarrolló la delegación ortodoxa griega en su visita del año pasado a Roma.
En particular, se están celebrando encuentros con el arzobispo Christodoulos y los miembros del Santo Sínodo, además de las reuniones que mantendrá la delegación vaticana con las Comisiones sinodales para los asuntos europeos, para las relaciones interortodoxas e intercristianas, para la educación y para la promoción social.
Se prevén igualmente algunos aspectos culturales en el viaje de la delegación de Roma, así como la visita a algunos centros educativos y al departamento de las Ediciones de la Iglesia ortodoxa de Grecia, Apostoliki Diakonia.
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Feb 11, 2003 00:00