La construcción de Europa impulsa el diálogo católico-ortodoxo

Conclusiones de la visita de una delegación vaticana a la Iglesia ortodoxa griega

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ATENAS, 14 febrero 2003 (ZENIT.org).- Tras casi diez siglos de separación, la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa griega están experimentando un acercamiento ante la necesidad de expresar un sentir común respecto al futuro del continente europeo.

Prueba de ello es la visita que este viernes concluyó una delegación de la Santa Sede a la capital griega por invitación del arzobispo de Atenas y de toda la Grecia, Su Beatitud Christodoulos.

Presidida por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, la delegación del Papa corresponde con su viaje a la primera visita de una delegación oficial del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa de Grecia a Roma, en marzo del año pasado.

En el mensaje que Juan Pablo II envió a Su Beatitud Christodoulos con este motivo –entregado por el cardenal Kasper–, se lee: «La Iglesia católica sabe que tiene un deber que cumplir en el continente europeo, en este momento histórico, y la responsabilidad que advierte coincide con la de la Iglesia ortodoxa de Grecia».

El futuro de Europa «es tan importante como para impulsarnos a ir más allá de nuestro pasado de divisiones», continúa el mensaje.

Lo que está en juego es este momento «es la promoción en Europa de todos los valores humanos y también de los religiosos, del reconociendo de las Iglesias y Comunidades eclesiales, de la tutela de la sacralidad de la vida, de la protección de lo creado», subraya el Santo Padre.

«Nos mueve la convicción profunda –insiste– de que el “viejo” continente no debe perder la riqueza cristiana de su patrimonio cultural ni debe perder nada de lo que ha hecho grande su pasado».

La responsabilidad que reclama la circunstancia actual «constituye un terreno común sobre el cual se puede desarrollar la colaboración recíproca», propone el Papa.

De hecho, Juan Pablo II expone en su mensaje al arzobispo ortodoxo de Atenas «la necesidad de dar un aspecto nuevo, más incisivo, a nuestro testimonio de fe, de manera que las raíces cristianas de Europa revivan de savia nueva, la savia de nuestro testimonio más unánime».

La colaboración mutua, según el Papa, podría ser uno de los remedios «al relativismo ideológico –tan difundido en Europa–, a un pluralismo ético que olvida los valores perennes, a una forma de globalización que deja insatisfecho al hombre porque anula las legítimas diferencias que han permitido la difusión de tantos tesoros en el oriente y occidente europeos».

Manifestando la disponibilidad de la Iglesia católica para la recíproca colaboración, «conscientes de la necesidad de integrar las tradiciones griega, latina y eslava de la Europa de hoy», el Santo Padre concluye su mensaje con una invitación: «es tarea nuestra trabajar juntos para alcanzar estos importantes y urgentes objetivos».

En su discurso ante Su Beatitud Christodoulos, el cardenal Walter Kasper expresó que los encuentros que están teniendo lugar entre delegaciones ortodoxas y la Santa Sede permiten constatar la existencia de espacios dentro de los que es posible establecer una colaboración para reafirmar globalmente las raíces cristianas de Europa.

El purpurado propuso «estructurar mejor» esta colaboración. «Necesitaremos consultarnos más a menudo», dijo. Para ello, planteó la creación de «un núcleo operativo» que ayudaría a la regularidad de los contactos y a cooperar, especialmente en todas las problemáticas que hay que afrontar a nivel europeo.

El cardenal Kasper anunció también la celebración de un simposio en Roma –el próximo mayo–, a nivel estrictamente académico, extendido a la participación de teólogos ortodoxos, sobre el primado petrino en algunos de sus aspectos bíblicos, patrísticos e históricos.

«Ahora está surgiendo un espíritu de renovada colaboración, que esperamos que Dios bendiga para que nuestros esfuerzos mutuos por el avance exitoso de preocupaciones comunes tengan buen fin», expresó Su Beatitud Christodoulos al cardenal Kasper.

A continuación, el arzobispo de Atenas enumeró los desafíos que enfrentan hoy los cristianos: la protección de la común herencia y entidad cristiana de Europa, la bioética, la protección de la creación, los derechos humanos, la lucha contra el terrorismo, las desigualdades sociales y económicas, las discriminaciones raciales y religiosas y la juventud.

«La eficacia de las respuestas y soluciones a estas ardientes cuestiones –dijo— pueden fortalecerse y su impacto ser más perceptible si son el resultado de nuestros esfuerzos comunes».

En este contexto, Su Beatitud Christodoulos invitó a la Santa Sede a enviar un delegado para participar en un congreso internacional organizado por la Iglesia de Grecia, que se celebrará en Atenas el próximo mes de mayo. En el encuentro se afrontarán los principios morales y los valores que deben estar en la base de la futura casa común europea.

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ZENIT Staff

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