CIUDAD DEL VATICANO, 17 febrero 2003 (ZENIT.org).- Invitando a todos los fieles del país a dedicar sus mejores energías en la evangelización, Juan Pablo II recibió el sábado a los obispos de la República de Guinea Ecuatorial, presentes estos días en el Vaticano en visita «ad Limina Apostolorum».
En su mensaje a monseñor Ildefonso Obama Obono, arzobispo de Malabo, y monseñor Anacleto Matogo Oyana, obispo de Bata --la tercera diócesis, Ebebiyin, está vacante--, el Santo Padre recordó su viaje apostólico a la nación en 1982 y renovó su llamamiento al empeño evangelizador.
El respeto a la dignidad y a los derechos inalienables de la persona estuvo presente en las palabras del Papa, quien recordó a los prelados que el contenido de la Doctrina social de la Iglesia «presenta una propuesta ética tendente a enaltecer la dignidad del hombre».
Además subrayo la necesidad de considerar esos derechos integralmente, «desde el derecho a la vida del ser humano, incluso no nacido, hasta su ocaso natural», la libertad religiosa, de movimiento, de expresión o de asociación entre otros.
«Es verdad que en el mundo los derechos humanos son un proyecto aún no perfectamente llevado a la práctica, pero no por eso se debe renunciar al propósito serio y decidido de recordarlos y respetarlos», propuso el Santo Padre.
Como la falta de vocaciones es una de las mayores dificultades de la Iglesia en la República de Guinea Ecuatorial, el Papa alentó a los prelados a promover la pastoral vocacional entre los nativos y la oración por esta intención.
En cuanto a la admisión de candidatos idóneos al sacerdocio, Juan Pablo II insistió en la responsabilidad de obispos y formadores de aceptar sólo a los que se presenten guiados «por el deseo de seguir a Jesucristo y nunca movidos por ambiciones ambiguas o intereses materiales».
En su mensaje, el Papa igualmente agradeció a los religiosos y religiosas, muchos de ellos españoles, su labor y evangelización en Guinea Ecuatorial y recalcó que merecen el reconocimiento de sus pastores y «el de toda la comunidad, así como el respeto continuo, incluso de la sociedad civil».
Resaltando el papel crucial de los laicos en el presente y el futuro de Guinea Ecuatorial, el Santo Padre insistió en la importancia de proporcionarles «una catequesis continuada y bien organizada».
En este sentido, los pastores «han de pedir a todos los bautizados que no sólo manifiesten claramente su identidad cristiana, sino que sean protagonistas efectivos de un orden social inspirado en la justicia y nunca condicionado con antagonismos, presiones tribales o falta de solidaridad»
Se trata de un estilo de vida que sólo se puede llevar a cabo si se les proporciona una formación religiosa adecuada –además de humana--, «que les ayude a hacer frente a formas equivocadas de la religiosidad o a movimientos pseudoreligiosos, tan extendidos hoy en día», afirmó el Papa.
Al referirse a la dolorosa historia del país el siglo pasado, el Papa llamó a los obispos de Guinea Ecuatorial a ser siempre «ministros de la reconciliación» para el pueblo, para que supere las dificultades del pasado y avance «por los caminos de la reconciliación entre todos sin excepción».
«El perdón --añadió-- no es incompatible con la justicia y el mejor futuro del país es el que se construye en la paz, que es fruto de la misma justicia y del perdón ofrecido y recibido, para que se consolide una convivencia justa y digna, en la que todos encuentren un clima de tolerancia y respeto recíproco».
Guinea ecuatorial --antigua colonia española-- alcanzó la independencia en 1968. Comenzó entonces un difícil camino de rivalidades internas hacia la conquista de los derechos democráticos.
El pequeño país del noroeste de África tiene poco más de 400.000 habitantes, el 90% de ellos católicos. Actualmente ocupa el puesto 135 en la escala mundial de índice de desarrollo.
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Feb 17, 2003 00:00