La invitación surgió de manera espontánea durante la audiencia que el Santo Padre concedió a Blair, anglicano, y a sus esposa, Cherie, y a tres de sus cuatro hijos (todos ellos católicos), el sábado pasado.
La familia Blair llegó a las 7.20 de la mañana a la plaza de San Pedro del Vaticano procedente del Colegio Pontificio Irlandés, que se convirtió en la residencia del primer ministro durante su estancia en Roma.
Es posible que, tras la misa, los Blair se hayan quedado a conversar con Juan Pablo II e incluso que le hayan acompañado durante el desayuno.
Al Papa le gusta invitar a peregrinos a participar en la misa que celebra diariamente en su capilla privada del cuarto piso del Palacio Apostólico con cuarenta lugares para sentarse.