Enviado del Papa: «Voy a ver a Bush con confianza»

Declaraciones del cardenal Pio Laghi

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CIUDAD DEL VATICANO, 3 marzo 2003 (ZENIT.org).- El cardenal Pio Laghi, enviado especial de Juan Pablo II para encontrarse con George W. Bush, considera que su misión constituye una prueba de la confianza que el Papa tiene en el presidente norteamericano y confiesa que tiene esperanzas de éxito.

El purpurado italiano de 80 años de edad, antiguo nuncio apostólico en Washington, confiesa su actitud al emprender la delicada misión que le ha confiado el obispo de Roma: «Voy a pesar de todas las dificultades, esperando contra toda esperanza».

La iniciativa papal, reconoce el cardenal Laghi, en una entrevista publicada este lunes por el diario «Il Corriere della Sera», es prueba de una gran confianza: «me la da a mí y se la da a la persona a quien me pide que encuentre».

«Insistiré, en nombre del Papa, para que se recorran hasta el final las sendas pacíficas. Ciertamente es necesario obtener el desarme de Sadam y de su régimen, pero en la medida de lo posible hay que lograrlo sin el uso de las armas», aclara el purpurado.

Ante la posición estadounidense que considera imposible lograr este objetivo por la vía pacífica, Laghi revela que tratará de «sacar a la luz la obscuridad de las repercusiones de una posible guerra, así como el dolor y la injusticia que puede provocar en tantos seres humanos».

El cardenal insistirá ante Bush en la necesidad de que la solución a la crisis iraquí se encuentre en el seno de las Naciones Unidas, así como en las dramáticas consecuencias que una guerra podría tener para el futuro del diálogo con el Islam.

«¿Es adecuado excavar una nueva fosa entre los pueblos?», preguntará el enviado pontificio al presidente estadounidense, según explica en la entrevista.

El cardenal Laghi, como reconoce en sus declaraciones, es amigo personal del ex presidente y padre de Bush. Cuando era nuncio apostólico en Washington y George Bush era vicepresidente, en tiempos de Ronald Reagan, eran prácticamente vecinos de residencia.

«Una amistad que ha permanecido y que me honra mucho», reconoce el purpurado. «Hay respeto, estima y afecto. Con el actual presidente no tengo esa misma confianza. Nos miraremos a los ojos y conversaremos con cortesía, pero no será un encuentro entre viejos amigos».

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ZENIT Staff

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