CIUDAD DEL VATICANO, 4 marzo 2003 (ZENIT.org).- Ante la constatación del fin de la llamada «sociedad cristiana» en Occidente, Juan Pablo II ha hecho un apremiante llamamiento a la «nueva evangelización» de Escocia.
Al encontrarse este martes con los obispos escoceses que cumplían con su quinquenal visita «ad limina apostolorum» a Roma, el Papa ofreció su análisis de la «crisis» actual y presentó propuestas concretas para que la Iglesia católica pueda afrontar este desafío.
Basándose en los «informes» que le han presentado los prelados, con los que el día anterior se había reunido personalmente, el Santo Padre reconoció que «tenemos que observar que en Escocia, al igual que muchos países evangelizados hace siglos y arraigados en el cristianismo, ya no se da la realidad de una «sociedad cristiana»».
«La civilización moderna a pesar de su alto desarrollo desde el punto de vista tecnológico, adolece en sus estratos más profundos de la tendencia a excluir a Dios o de mantenerlo a distancia», afirmó.
Según el Papa esta «crisis de la civilización», «debe contrarrestarse con la civilización del amor, fundada en los valores universales de paz, solidaridad, justicia y libertad, que encuentran su plenitud en Cristo».
A continuación el Papa dedicó su discurso a ofrecer pistas para operar esta «nueva evangelización».
Ante todo, señaló que debe estar caracterizada por la «esperanza», reforzada por la convicción de que la proclamación del Evangelio, vivifica las comunidades de fe, enriquece la sociedad con los valores de vida del Evangelio, y defiende la dignidad humana.
En este sentido, recordó que el auténtico fin de la evangelización es «la santidad», «aspecto intrínseco y esencial de la Iglesia», «don, pero un don que a su vez se transforma en deber».
«El concepto de santidad no debe considerarse como algo extraordinario, fuera del alcance de la vida diaria –advirtió el Papa–. Dios llama a su pueblo a vivir vidas santas dentro de las circunstancias ordinarias en las que se encuentran: en el hogar, en la parroquia, en el lugar de trabajo, en la escuela, en los deportes».
Otro «aspecto importante» de la «nueva evangelización», añadió, es la «evangelización de la cultura».
Este desafío, aclaró, es decisivo «en las sociedades donde la fe y la religión se consideran como algo que debe limitarse a la esfera privada y por tanto no deben tener cabida en el debate público o político».
La «nueva evangelización», aseguró el Papa los obispos, requiere además prestar una atención particular a los jóvenes, pues «las fuerzas poderosas de los medios de comunicación y de la industria de la diversión», condicionan sus actitudes.
«Se crea confusión porque los jóvenes se ven acosados por el relativismo moral y la indiferencia religiosa. ¿Cómo pueden enfrentarse al problema de la verdad y a las exigencias de una conducta moral consecuente cuando la cultura moderna les enseña a vivir como si los valores absolutos no existieran, o les dice que se conformen con una vaga religiosidad?», preguntó el Papa.
Para promover la «nueva evangelización», el Santo Padre pidió por otra parte revitalizar la vida cristiana con iniciativas pastorales y el esfuerzo común de todos los miembros de la comunidad de fe: obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos.
Esta colaboración, agregó, es particularmente necesaria en el apoyo al matrimonio y la vida familiar.
Por último, el obispo de Roma subrayó que la formación sacerdotal sigue siendo una prioridad para los obispos. «Hoy más que nunca la Iglesia necesita sacerdotes santos cuyo ejemplo diario de conversión inspire en los demás el deseo de buscar la santidad a la que está llamado todo el pueblo de Dios».
