Segunda parte del «Tríptico Romano» de Juan Pablo II

Meditaciones sobre el «Libro del Génesis» en el umbral de la Capilla Sixtina

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ROMA, 6 marzo 2003 (ZENIT.org).- Publicamos la segunda parte del «Tríptico romano» de Juan Pablo II, «Meditaciones» poéticas que aparecen por primera vez firmadas sin pseudónimo.

La primera parte es una contemplación meditación sobre la Creación y la naturaleza, los bosques, las aguas y la necesidad de ir «contra la corriente» para poder encontrar la fuente, Dios.

La tercera parte es una contemplación desde el «Monte en la región de Moria», en la tierra de Abraham, del sacrificio del hijo y de la fe del padre de los creyentes.

La segunda parte, la más larga, que presentamos integralmente, son «Meditaciones sobre el libro del Génesis en el umbral de la Capilla Sixtina».

Zenit reproduce este poema con la autorización la Editorial Vaticana (Libreria Editrice Vaticana, lev@publish.va) que concede los derechos de reproducción en los diferentes idiomas.

MEDITACIONES SOBRE EL «LIBRO DEL GÉNESIS» EN EL UMBRAL DE LA CAPILLA SIXTINA

1. Primer Vidente

«En Él vivimos, nos movemos y existimos»
— dice Pablo en el Areópago de Atenas —
¿Quién es Él?
Es como un espacio inexpresable que abarca todo —
Él es el Creador:
Abarca todo llamando a la existencia a partir de la nada,
no sólo en el principio sino para siempre.
Todo permanece, cambiando continuamente —
«En el principio fue el Verbo y por Él todo se hizo».
El misterio del principio nace junto con el Verbo, emana del Verbo.
El Verbo — la eterna visión y la eterna expresión.
Él que creó, vio — vio «que era bueno»,
vio con la visión distinta de la nuestra,
Él — el primer vidente —
Vio, hallaba en todo alguna huella de su Ser, de su plenitud —
Vio: Omnia nuda et aperta sunt ante oculos Eius
[Todo está descubierto y revelado ante sus ojos].
Desnudo y transparente —
Verdadero, bueno y bello —

Vio con visión distinta de la nuestra,
La eterna visión y la eterna expresión:
«En el principio fue el Verbo y por Él todo se hizo»,
todo en lo que vivimos, nos movemos y existimos —
El Verbo, el Verbo admirable — el Verbo eterno
como si fuera un umbral invisible
de todo lo que hubiera existido, existe y existirá.
Como si el Verbo fuera un umbral.

El umbral del Verbo en que todo fue de manera invisible,
eterno y divino — ¡detrás de este umbral comienzan los hechos!
Estoy a la entrada de la Sixtina —
Quizás, todo esto era más fácil expresar con el lenguaje
del Libro del Génesis —
Pero el Libro espera la imagen. — Y con razón. Esperaba
a su Miguel Ángel.

Porque él que creó, «vio» — vio que era «bueno»,
«Vio», entonces el Libro esperaba el fruto de la «visión».

Y tú, hombre, que también ves, ven —
Os llamo a todos los «videntes» de todos los tiempos.
¡Te llamo, Miguel Ángel!
¡En el Vaticano hay una capilla que espera el fruto de tu visión!
La visión esperaba la imagen.
Desde que el Verbo se hizo carne, la visión sigue esperando.

Estamos en el umbral del Libro.

Es el Libro del Origen — del Génesis.
Aquí, en esta capilla, Miguel Ángel la escribió
no con palabra sino con riqueza
de los colores acelajados.

Entramos para leer,
caminando desde el asombro hasta el asombro.

Entonces es aquí — miramos y reconocemos
el Principio que surgió de la nada,
obediente al Verbo creador;
Aquí, se revela desde estas paredes.
Quizás aún con más poder habla el Final.
Sí, el Juicio habla con más poder.
El Juicio, el último Juicio.
He aquí el camino que todos seguimos —
cada uno de nosotros.

2. Imagen y semejanza

«Dios creó al hombre a su imagen, según su semejanza,
los creó varón y mujer —
y vio Dios que era muy bueno
ambos estaban desnudos y no sentían vergüenza».
¿Es posible?
No lo preguntes a los contemporáneos, sino a Miguel Ángel,
(¿¡quizás también a los contemporáneos!?).
Pregunta a la Sixtina.
¡Cuanto está dicho en esas paredes!

El principio es invisible. Aquí, todo lo indica.
Toda esta exuberante visibilidad, liberada por el genio humano.
Y también el final es invisible,
aunque caiga en tu Mirada, caminante,
la visión del último Juicio.
¿Cómo hacer visible, cómo traspasar los límites
del bien y del mal?
¡El principio y el final, invisibles, emanan hacia nosotros
desde estas paredes!

«En Él vivimos, nos movemos y existimos».
¿Es Él solamente el espacio de la existencia de los existentes?

Es Creador.
Al crear y sostener en la existencia, abarca todo
—Hace según la semejanza.
Cuando Pablo apóstol habla en el Areópago
se expresa en sus palabras toda la tradición de la Alianza.
Cada día se terminaba allá con las palabras:
«Y vio Dios que era bueno»,

Vio, descubría la huella de su Esencia —
Hallaba su resplandor en todo lo visible.
El Verbo Eterno es como si fuera un umbral
tras del cual vivimos, nos movemos y existimos.

Hombre (Yo)

¿Por qué precisamente se dijo este día:
«Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno»?
¿No lo niegan los hechos?
¡Por ejemplo, el siglo veinte! ¡Y no sólo el veinte!
No obstante, ningún siglo puede ocultar la verdad
de la imagen y la semejanza.

Miguel Ángel

Se encerró antaño con esta verdad en el Vaticano,
para salir de allí, dejando la Capilla Sixtina.

«Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó;
varón y mujer los creó.
Ambos estaban desnudos
y no sentían vergüenza»!
Y vio el Creador que era muy bueno.
¿Acaso no es El quien ve todo en toda la verdad?
Omnia nuda et aperta ante oculos Eius —

Ellos

Ellos también, en el umbral de los hechos,
se ven a sí mismos en toda la verdad:
ambos estaban desnudos…
Ellos también se volvieron partícipes de esta visión
que les traspasó el Creador.
¿Acaso no quieren seguir siendo así?
¿Acaso no quieren ir recuperando esta visión de nuevo?

¿Acaso, para ellos mismos, no quieren ser verdaderos
y transparentes —
como lo son para Él?
Si es así, cantan el himno de gracias,
un Magnificat del fondo del alma humana
y, entonces, ¡con qué profundidad sienten
que precisamente «En Él vivimos, nos movemos y existimos» —
precisamente en Él!
Es Él quien les permite participar de esta belleza
que les insufló!
Es Él quien les abre los ojos.

Antaño, Miguel Ángel, al salir del Vaticano,
dejó la policromía cuya clave es «imagen y semejanza».
Según esta clave, lo invisible se expresa en lo visible.
Presacramento.

3. Presacramento

¿Quién es Él? El Indecible. Ser por Él mismo.
Único. Creador del todo.
A la vez, la Comunión de las Personas.
En esta Comunión hay una donación mutua de la plenitud
de la verdad, del bien y de la belleza.
No obstante, sobre todo, —Indecible.
Sin embargo, nos dijo de Sí mismo.
También lo dijo, al crear al hombre a su imagen
y según su semejanza.
En la policromía sixtina el Creador tiene el cuerno humano.
Es un Anciano Todopoderoso-Hombre semejante
al Adán creado.
¿Y ellos?
«Varón y mujer los creó».
Y les quedó el don que Dios les dio.
Tomaron en sí — a la medida humana — esta donación mutua
que hay en El.
Ambos desnudos…
No sentían vergüenza, mientras conservaban el don —
la Vergüenza llegará con el pecado,
por ahora permanece la exaltación. Viven conscientes del
don,
aunque quizá ni saben nombrarlo.
Mas lo viven. Son puros.

Casta placent superis, pura cum veste venite,
et manibus puris sumite fontis aquam

[Lo que es puro le gusta a los cielos; venid con vestidos limpios
y con manos limpias, tomad el agua del manantial]—
leí estas palabras diariamente durante ocho años,
cuando entraba por la puerta del colegio de Wadowice.

Presacramento — el solo ser del signo visible del Amor eterno.

Y cuando se vuelvan «un solo cuerno
— admirable unión —
detrás de su horizonte se revela
la paternidad y la maternidad.
— Alcanzan entonces las fuentes de la vida que hay en ellos.
— Alcanzan el Principio.
— Adán conoció a su mujer
y ella concibió y dio a luz.
¡ Saben que pasaron el umbral de la más grande responsabilidad!

Cumplimiento — Apocalipsis

El final es igual de invisible como el principio.
El Universo fue creado por el Verbo y al Verbo regresa.
En el puro centro de la Sixtina, el artista expresó este final invisible
en el visible drama del Juicio —
Y este invisible final se hizo visible como la cumbre
de la transparencia:
omnia nuda et aperta ante oculos Eius!
Las palabras escritas en Mateo quedan cambiadas aquí por
una visión de pintor:
«Andad benditos… id malditos»…

Y así pasan las generaciones —
Llegan desnudos al mundo y desnudos volverán a la tierra
de la cual fueron sacados.
«Porque polvo eres y al polvo volverás».
Lo que tuvo forma se volvió informe.
Lo que era vivo — he aquí muerto.
Lo que era bello — he aquí ahora la fealdad del despojo.
¡Mas no me muero entero,
lo que es indestructible en mí permanece!

4. Juicio

En la Capilla Sixtina el artista colocó el Juicio.
En este interior el Juicio domina todo.
He aquí que el final invisible se volvió conmovedoramente visible.
El final y a la vez la cumbre de la transparencia —

Este es el camino de las generaciones.
Non omnis moriar [No moriré del todo]—
¡Lo que hay en mí de indestructible,
ahora se encuentra cara a cara con El que Es!
Así se pobló la pared central de la policromía sixtina.

¿Te acuerdas, Adán? Él te preguntó en el principio «adónde estás?»
Y tú contestaste: «porque estaba desnudo; por eso me oculté».
«¿Quién te ha indicado que estabas desnudo?
«La mujer que me diste» me dio el fruto…

¡Todos los que pueblan la pared central de la policromía sixtina, llevan en sí la heredad de tu respuesta de entonces!
¡De esta pregunta y de esta respuesta! Este es el final de vuestro camino.

Postfacio

Y aquí precisamente al pie de esta maravillosa policromía sixtina se reunen los cardenales —la comunidad responsable de la heredad de las llaves del Reino. Viene precisamente aquí.
Y Miguel Ángel de nuevo abarca con la visión. «En Él vivimos, nos movemos y existimos»…

¿Quién es El?
He aquí la mano creadora del Anciano Todopoderoso
dirigida hacia Adán…
En el principio creó Dios…
Él que vio todo…

La policromía sixtina hablará, entonces, con la Palabra del Señor:
Tu es Petrus [Tú eres Pedro] — oyó Simón, hijo de Jonás.
«Te doy las llaves del Reino»,
Los hombres a quienes se confió el cuidado de la heredad de las llaves,
se encuentran aquí, se dejan abarcar por la policromía sixtina,
por la visión que dejó Miguel Angel —
Así fue en agosto y, luego, en octubre del memorable año
de los dos cónclaves,
y así será de nuevo, cuando se presente la necesidad,
después de mi muerte.

Es menester que les hable la visión de Miguel Ángel.

«Con-clave»: el común cuidado de la heredad de las llaves,
de las llaves del Reino.
He aquí que se ven entre el Principio y el Final,
entre el Día de la Creación y el Día del Juicio…
¡Se permitió al hombre morir una sola vez y, luego, el Juicio!

La transparencia final y la luz.
La transparencia de los hechos —
La transparencia de las conciencias —
Es preciso que, durante el cónclave, Miguel Ángel
concientice a los hombres —
No olvidéis: Omnia nuda et aperta sunt ante oculos Eius.
Tú que penetras todo — indica!
Él indicara…

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ZENIT Staff

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