La Iglesia en Cuba explica su ausencia en la inauguración de un convento

El gobierno sigue denegando el permiso de entrada de religiosos y religiosas

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LA HABANA, 12 marzo 2003 (ZENIT.org).- Un comunicado emitido este martes por el episcopado de Cuba aclara los motivos por los que ningún representante de la Iglesia en el país participó en la inauguración de la primera casa de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida en la isla.

Con motivo de este acto público, que contó con la participación de Fidel Castro, llegaron a la isla el cardenal Crescenzio Sepe, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Juan Sandoval, arzobispo de Guadalajara.

En la mañana del sábado, en la catedral de la capital, el cardenal, Jaime Ortega, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, había dado oficialmente la bienvenida a la Orden, acontecimiento que, como constata el comunicado, «no fue dado a conocer por los medios de comunicación de Cuba».

En esa eucaristía, que fue presidida por el cardenal Sepe, y contó con la presencia del cardenal Sandoval, se dio lectura al mensaje de saludo que envió Juan Pablo II al cardenal Ortega y al pueblo de Cuba con motivo de estas celebraciones.

El comunicado explica que en lo que se refiere al acondicionamiento del edificio de la casa de las Hermanas Brigidinas y los actos de inauguración y bendición del convento, «la Iglesia católica que está en Cuba no tuvo participación alguna en esos acontecimientos ni en su preparación ni coordinación».

La llegada de la Orden, explica, se debió a una iniciativa de Fidel Castro, quien envió una carta a Juan Pablo II, tras gestiones realizadas personalidades eclesiásticas, empresariales y políticas de México.

El cardenal explica que ha ofrecido la «aprobación canónica» para la implantación de la Orden en la isla, pero recuerda, al mismo tiempo, que el gobierno cubano sigue denegando los permisos que viene pidiendo para la entrada 15 congregaciones religiosas católicas que desean llegar a la isla, así como «varios sacerdotes» y «numerosas religiosas».

El comunicado, además, critica los excesos de efusividad que se dirigieron a Fidel Castro en los encuentros públicos ligados a este acontecimiento.

Reproducimos a continuación el texto íntegro de la aclaración del episcopado cubano.

NOTA ACLARATORIA DE LA CONFERENCIA DE OBISPOS CATÓLICOS DE CUBA

La inusual y abundante información aparecida en los medios masivos de comunicación social de Cuba el pasado fin de semana con motivo de la apertura de un convento de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida y los interrogantes que ha generado, requieren al menos algunas aclaraciones:

1. La Iglesia en Cuba necesita grandemente incrementar el número de personas consagradas a la misión evangelizadora. La Abadesa General de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida, deseando que la Orden se hiciera presente en Cuba, obtuvo el beneplácito del Santo Padre Juan Pablo II para este propósito y la aceptación personal del Presidente Fidel Castro en una carta del mismo a su Santidad mediante gestiones relacionadas con personalidades eclesiásticas, empresariales y políticas de México. La Abadesa solicitó luego al Sr. Cardenal Arzobispo de la Habana Jaime Ortega la aprobación canónica para poder fundar en esta Arquidiócesis, la cual después de las diligencias pertinentes del caso le fue concedida.

2. Todo lo referente a la ubicación, ejecución constructiva y reparación de los locales del convento y de la hospedería así como los actos de inauguración y bendición y los otros eventos relacionados con esta instalación de las religiosas de Santa Brígida en la Habana, corrieron a cargo de la Abadesa, sus colaboradores mexicanos y las autoridades del Gobierno cubano. La Iglesia Católica que está en Cuba no tuvo participación alguna en esos acontecimientos ni en su preparación ni coordinación. En ellos no estuvo presente el Cardenal Jaime Ortega ni ningún Obispo de Cuba, así como no hubo ningún eclesiástico designado para representar oficialmente allí la Arquidiócesis de la Habana ni a la Iglesia Cubana.

3. La acogida de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida por parte de la Arquidiócesis habanera tuvo lugar en horas de la mañana del día 8 de marzo en la SMI Catedral de la Habana; pero esto no fue dado a conocer por los medios de comunicación de Cuba. Allí, en presencia de una numerosa representación de las religiosas y de algunos religiosos de las diversas Congregaciones y Ordenes que trabajan en la Habana, de representantes del clero habanero y de un buen número de fieles de la Arquidiócesis, el Emmo. Sr. Cardenal Ortega, Arzobispo de la Habana les dio una afectuosa y cordial bienvenida. Presidió la Eucaristía el Emmo. Sr. Cardenal Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los pueblos, invitado por la Abadesa General de la Orden para esta ocasión con la aceptación del Santo Padre Juan Pablo II. Allí se dio lectura al mensaje de saludo que enviara el Papa al Cardenal Ortega y al pueblo de Cuba con motivo de estas celebraciones. Estaba presente el Emmo. Sr. Cardenal Juan Sandoval, Arzobispo de Guadalajara, vinculado a la parte mexicana implicada en estos eventos, así como un cierto número de personas relacionadas con la Orden de diversos países, predominantemente mexicanos.

4. Con respecto a las cosas insólitas vistas, oídas o leídas en los medios de comunicación es necesario saber distinguir claramente la persona del Santo Padre Juan Pablo II a quien todos vimos y oímos personalmente durante su inolvidable visita pastoral a nuestra patria, con su proceder evangélico caracterizado por la dignidad, el respeto, la serenidad y la moderación que le son habituales y no vincular al mismo con los excesos en las palabras y en los gestos que hemos constatado en estos actos por parte de algunas personalidades de la Iglesia como resultado de la improvisación y del talante personal de cada uno.

5. La Iglesia en Cuba ha solicitado desde hace mucho tiempo la autorización del Gobierno para la entrada de algo más de 15 congregaciones religiosas católicas que desean venir a trabajar aquí, así como varios sacerdotes, también numerosas religiosas de congregaciones ya presentes en nuestra patria esperan por tal permiso de entrada que no ha sido otorgado. Es deseo del Santo Padre Juan Pablo II que también estas solicitudes encuentren una respuesta positiva, como lo ha expresado en sus mensajes a la Iglesia, al Gobierno y al pueblo de Cuba.

La Habana, 11de marzo del 2003

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ZENIT Staff

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