Cardenal McCarrick: No condenamos a los soldados en el frente

El arzobispo de Washington pide que se respete a la población civil

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NUEVA YORK, 25 marzo 2003 (ZENIT.orgAvvenire).- Rezar, rezar y seguir rezando. El cardenal Theodore E. McCarrick, arzobispo de Washington, ante el drama que tiene lugar en el Golfo, invita a la comunidad católica de la capital a unirse en oración para que la guerra sea rápida y no provoque demasiados sufrimientos.

El cardenal, que junto a la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, se ha opuesto a esta guerra, subraya que a la Iglesia no le interesa echar culpas o reproches, sino aliviar los sufrimientos.

–¿Qué pueden hacer los católicos en estos momentos?

–Cardenal McCarrick: Rezar. Tras los acontecimientos de los últimos días, la comunidad cristiana está comprometida en una profunda oración. Desde el inicio de la guerra los obispos hemos organizado muchas misas en todo el país y en toda circunstancia hemos invitado a la comunidad a unirse en oración. Junto a nuestra gente rezamos para que la guerra termine pronto. Rezamos por la salvación y la salud de nuestros hombres y mujeres en uniforme y por la vida de los iraquíes inocentes.

–¿Qué más hacen en estos momentos los superiores de la Iglesia católica en Estados Unidos?

–Cardenal McCarrick: Seguimos diciendo a nuestro gobierno, utilizando todos los canales posibles, que es importante que no pongan en la mira a la población civil. Nos han asegurado que los militares aliados están tomado toda precaución posible para que esto no suceda. Pero seguiremos asegurándonos de que esta preocupación quede muy clara en las mentes de quienes deciden las estrategias militares. Es importante, y seguimos recordándolo, que se utilicen medios proporcionados al objetivo. Y que los combatientes sean tratados en el respeto de las reglas internacionales de la guerra.

–¿Le han dicho esto a la administración Bush?

–Cardenal McCarrick: Le hemos dicho al gobierno estadounidense que debe reconstruir Irak y que después tiene que centrar su atención en Tierra Santa para promover activamente un diálogo de paz.

–Los costes humanos de esta guerra están creciendo. ¿Qué piensa?

–Cardenal McCarrick: Por desgracia, las víctimas de guerra están aumentando. Y, mientras al inicio parecía que las víctimas serían mínimas, ahora parece que los costes humanos serán elevados. Pero nos consuela constatar que por ahora ha sido golpeado un número limitado de civiles.

–¿Ha visto algo en estos días que le haya permitido cambiar de juicio sobre esta guerra?

–Cardenal McCarrick: Por ahora no hemos visto pruebas que nos hagan cambiar de opinión sobre la guerra. No se han encontrado todavía armas de destrucción de masa. Por el momento, nuestro juicio queda a la espera en este sentido. La sensación es que Irak no ha dicho toda la verdad sobre las armas de destrucción de masa, pero no tenemos bastantes elementos para decir si éste era el único medio posible para desarmarlo.

–Una tercera parte de los soldados estadounidenses es católica. Para ellos esta guerra representa un dilema moral…

–Cardenal McCarrick: Ciertamente. Por este motivo, como Conferencia Episcopal, hemos estado muy atentos a no calificar su participación en el conflicto como inmoral. Ya sea porque no estamos al corriente de todos los hechos que han llevado al conflicto, ya sea porque estos jóvenes no tienen poder de decisión.

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ZENIT Staff

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