La oración, según el Papa: Miseria del hombre y eternidad de Dios

En Cristo, el hombre encuentra la auténtica alegría y sentido, afirma

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CIUDAD DEL VATICANO, 26 marzo 2003 (ZENIT.org).- La fragilidad del ser humano sólo puede encontrar auténtica esperanza en la eternidad de Dios y en su salvación en Cristo, asegura Juan Pablo II.

«Sólo la gracia del Señor puede dar consistencia y perennidad» a «nuestros días frágiles y marcados por la prueba», afirmó el Papa en la audiencia general de este miércoles ante unos 13.000 peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano.

«Con la oración pedimos a Dios que un reflejo de la eternidad penetre en nuestra breve vida y en nuestro actuar», afirmó comentando el Salmo 89, composición poética que comienza constatando «Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación».

«Con la presencia de la gracia divina en nosotros –insistió–, una luz brillará sobre el devenir de los días, la miseria se convertirá en gloria, lo que parece no tener sentido adquirirá significado».

Guiado por el Salmo, el Papa profundizó en lo que consideró uno de «los temas más explorados por la filosofía, más cantados por la poesía, más sentidos por la experiencia de la humanidad de todos los tiempos y de todas las regiones de nuestro planeta: la caducidad humana y el devenir del tiempo».

Para ello comenzó oponiendo «la eternidad de Dios al tiempo efímero del hombre» –«Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna», dice el pasaje bíblico–.

«Nuestra existencia tiene la fragilidad de la hierba que despunta al alba; enseguida oye el silbido de la hoz que la convierte en un haz de heno», constató.

A esta debilidad radical –el hombre es «polvo»– la Biblia asocia además el pecado, por lo que el Papa constató: «en nosotros se da la finitud, y también la culpabilidad».

El ser humano, según el Santo Padre, sólo puede superarse a sí mismo recurriendo a su Creador, motivo por el cual el salmo pide que la gracia de Dios «sostenga y alegre nuestros días, aun frágiles y marcados por la prueba».

Esta fragilidad del hombre encuentra tras la muerte y resurrección de Cristo «el manantial de nuestra vida más allá de la muerte», quien permite que «toda nuestra vida sea alegría y júbilo».

El comentario de este miércoles continúa con las meditaciones que Juan Pablo II viene ofreciendo sobre los Salmos y Cánticos del Antiguo Testamento que pueden consultarse en la sección Audiencia del miércoles de la página web de Zenit.

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ZENIT Staff

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