CIUDAD DEL VATICANO, 21 marzo 2003 (ZENIT.org).- No es posible comprender la historia de la evangelización de América sin comprender las apariciones de la Virgen María en Guadalupe de 1531, constató un Congreso internacional de expertos celebrado este viernes en Roma.

«El acontecimiento guadalupano está íntimamente ligado al proceso histórico de la formación de la conciencia católica en el continente americano», aclara uno de las personalidades que tomaron la palabra, el padre Fidel González Fernández, presidente de la Comisión Histórica Guadalupana de la Congregación para las Causas de los Santos

Esto explica, añade el historiador, el hecho de que hoy el Santuario de la Virgen de Guadalupe sea uno de los más visitados --o quizá el más visitado-- del mundo.

Con motivo de la Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL) se celebró en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» un simposio sobre el tema «Guadalupe, evangelización e historia de América».

En el acto participaron los cardenales mexicanos Norberto Rivera Carrera, arzobispo de la Ciudad de México, y Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo de Guadaljara, así como el obispo Cipriano Calderón, vicepresidente de la CAL e historiadores y teólogos, expertos del fenómeno guadalupano.

Intervinieron, además, monseñor Diego Monroy Ponce, rector de la Basílica de Guadalupe; así como monseñor José Luis Guerrero, director del Instituto de Estudios Históricos Gaudalupanos; el padre Eduardo Chávez, rector de la Universidad «Lumen Gentium» de México D. F.; y el padre Javier García, profesor de Teología del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma.

«La Virgen había pedido explícitamente la construcción en aquel antiguo lugar de culto tradicional, de sacrificios humanos y de miedos ancestrales, la construcción de "su casa", que debía convertirse en morada para todos, sin distinción de orígenes étnicos o culturales», explica el padre Fidel González, religioso misionero comboniano, en una entrevista concedida a Zenit.

«El acontecimiento guadalupano hizo realidad de este modo esa reconciliación de pueblos que parecía imposible a los ojos humanos y que sólo se pudo operar con la gracia de Cristo», aclaró.

De hecho, poco después de las apariciones del Tepeyac, millones de de indígenas se convirtieron al cristianismo, constata el historiador.

Juan Pablo II canonizó el pasado 31 de julio en la Basílica de Guadalupe a Juan Diego, el indígena testigo de las apariciones de la Virgen, proponiéndole como «evangelista y profeta» de aquel acontecimiento.