CIUDAD DEL VATICANO, 27 marzo 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II aseguró este jueves que la Unión Europea no puede quedar reducida a una simple cuestión económica, sino que debe ser una comunidad en la que la prioridad sea el respeto de la dignidad humana y la paz.

El pontífice hizo su llamamiento este jueves al recibir en audiencia a sus Altezas Reales los Grandes Duques Henri y María Teresa de Luxemburgo, Gran Ducado de menos de 500.000 habitantes, en un 86,76% católicos.

«La construcción de la Unión Europea no puede limitarse a los campos de la economía y la organización del mercado», afirmó el Papa con claridad.

«Debe promover un modelo de sociedad que rinda honor a la dignidad fundamental de todo ser humano y de sus derechos, y que privilegie entre las personas y los pueblos las relaciones basadas en la justicia, el respeto mutuo y la paz», añadió.

«La dimensión religiosa del hombre y de los pueblos, de la que no se puede ignorar la importancia, permite a cada uno expresar su ser más profundo, reconocer su origen en Dios y comprender el sentido de sus acciones en términos de misión y de responsabilidad», explicó el Papa.

«Tenemos que hacer que todos los que viven en nuestro continente y disfrutan de la riqueza económica y de los beneficios de la paz conozcan el valor inalienable de nuestra humanidad común y la responsabilidad que nos atañe con cada ser humano, sobre todo con los que sufren la pobreza, no ven respetada su dignidad o atraviesan la prueba de la guerra», explicó.

«Me alegra mucho saber que hoy muchos jóvenes europeos tienen sed del espíritu de las Bienaventuranzas y están dispuestos a tomarlas como modelo de vida», concluyó el Papa.

En su encuentro con los Grandes Duques de Luxemburgo, el Papa les pidió que transmitieran sus saludos a la Gran Duquesa Joséphine-Charlotte, y aseguró que rezaba por ella para que superase su enfermedad.

En 1957, Luxemburgo se convirtió en uno de los seis países fundadores de la Comunidad Económica Europea, que después daría vida a la Unión Europea.