MADRID, 4 mayo 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II se despidió de España este domingo al concluir la canonización de cinco santos españoles con una emotiva intervención en la que invitó a los católicos del país a convertirse en evangelizadores.
«Con mis brazos abiertos os llevo a todos en mi corazón –dijo el pontífice ante más de un millón de personas congregadas en la plaza de Colón de Madrid y en las calles adyacentes–. El recuerdo de estos días se hará oración pidiendo para vosotros la paz en fraterna convivencia, alentados por la esperanza cristiana que no defrauda».
«Y con gran afecto os digo, como en la primera vez, ¡Hasta siempre España! ¡Hasta siempre, tierra de María!».
Al ver el río humano que le escuchaba, continuó añadió estas palabras que había preparado a última hora: «Aunque os haya costado sacrificio ha merecido la pena. La Plaza de Colón se ha convertido en un gran templo para acoger la celebración que hemos rezado con devoción y se ha cantado con esmero».
En este momento, los peregrinos que habían estado bastante comedidos durante la celebración eucarística comenzaron a gritar vivas al Santo Padre.
El obispo de Roma prosiguió: «Nos encontramos en el corazón de Madrid, cerca de grandes museos, bibliotecas y otros centros de cultura fundada en la fe cristiana que España, parte de Europa, que ha sabido luego ofrecer a América con su organización y después en otras partes del mundo. El lugar evoca pues la vocación de los católicos españoles a ser constructores de Europa y solidarios con el resto del mundo».
«España evangelizada –subrayó–. España evangelizadora. Ese es el camino. No descuidéis nunca esa misión que hizo noble a vuestro país en el pasado y en este momento intrépido para el futuro. Gracias a la juventud española, que ayer vino tan numerosa para demostrar a la moderna sociedad que se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo».
Según Juan Pablo II, la juventud «es la llama de esperanza para el futuro de España y de la Europa cristiana. El futuro les pertenece».
El Papa repitió su despedida: «Adiós España. Adiós ciudad de Madrid». Los fieles contestaron gritando: «¡Quédate». El pontífice deseó: «¡Que Dios os bendiga!». La gente se unió entonces al entonar espontáneamente la canción «Adiós con el corazón».
Tras la celebración, el Papa se dirigió a la Nunciatura Apostólica para encontrarse y almorzar con los cardenales de España, los miembros del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, y los cardenales y obispos del séquito papal.
A las 17:00 h. tenía previsto encontrarse con el Rey Juan Carlos I y con la Reina Sofía en una audiencia en la misma nunciatura. Al final, debía dirigirse al aeropuerto de Madrid-Barajas, donde su salida estaba prevista para las 18.45 h.