«En el encuentro de Cuatro Vientos no hubo convidados de piedra»

Arzobispo de Valladolid, monseñor Braulio Rodríguez

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VALLADOLID, 12 mayo 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- El arzobispo de Valladolid, monseñor Braulio Rodríguez Plaza, es también el presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. Fue el encargado de dar la bienvenida al Santo Padre en nombre de los jóvenes que acudieron al encuentro con el Papa en Cuatro Vientos.

A poco más de una semana de ese acontecimiento, la agencia Veritas ha pedido a monseñor Rodríguez Plaza una valoración del V Viaje Apostólico de Juan Pablo II a España.

–El Santo Padre acaba de abandonar España ¿cuál ha sido la idea central que ha querido dejarle a los jóvenes?

–Monseñor Braulio Rodríguez: No sé si se puede hablar de idea central, pero sí pienso que se han dado en las palabras del Papa unos subrayados: primero, los jóvenes deben tener una interioridad, pues sin interioridad el hombre moderno pone en peligro su misma integridad. La interioridad y el espíritu contemplativo defienden la vida.

En segundo lugar, para construir la paz no basta con participar en las manifestaciones anti-guerra, se necesita una profunda conversión interior y «responder a la violencia ciega y al odio inhumano con el poder fascinante del amor», contrario al «nacionalismo exasperado, al racismo y a la intolerancia», el Papa ha dicho que «la enemistad se vence con la fuerza del perdón».

Finalmente, «las ideas no se imponen, se proponen», y ése debe ser el estilo al evangelizar, sin miedo, pero con la confianza de la acción de Cristo y su Espíritu. Por eso se puede ser perfectamente moderno y fiel a Cristo.

–Cuatro Vientos ofrecía un aspecto más próximo a primera vista al de un concierto que al de un encuentro de oración, sin embargo, en su discurso usted dijo que se trataba de un encuentro para orar…

–Monseñor Braulio Rodríguez: Yo subrayé, en efecto, ese aspecto del encuentro en mi presentación al Santo Padre. A mí me hubiera gustado que hubiera habido menos interrupciones a las palabras del Papa o a las diversas partes de la oración, pero sí puedo asegurarle que en esa tarde hubo pocos convidados de piedra, que fueran sólo a un espectáculo, a ver qué pasaba.

Si algunos miles de jóvenes están en un lugar reunidos durante diez o doce horas, yo no me atrevo a decir que no rezaran en el momento central del encuentro en presencia del Papa.

–Como presidente de la Comisión Episcopal del Apostolado Seglar, ¿qué valoración hace de la participación de los distintos movimientos en este encuentro?

–Monseñor Braulio Rodríguez: No poseo datos suficientes para valorar esa participación. El encuentro no estaba preparado para un tipo determinado de jóvenes, sino para jóvenes católicos con más o menos inquietud o fuerza en su vida cristiana, pero todos pudieron unirse en la comunión profunda que debe unir a cualquier hijo de la Iglesia, con la ayuda y la coloración de los muy variados y diferentes carismas o sensibilidades que existen en la Iglesia.

Gracias a Dios no hay en el Pueblo de Dios un uniformismo; eso se da en otros ámbitos de nuestra sociedad. Con el Papa presente, con tantísimos obispos de las Iglesias de España, lo que destacaba en esa tarde es el entusiasmo de la fe y la capacidad que tiene esta fe para congregar en la unidad y en la alegría que proporciona el seguimiento de Jesucristo.

-El Papa habló a los jóvenes del protagonismo de los laicos, pero también de la urgencia para la nueva evangelización de vocaciones consagradas ¿cree que los jóvenes de nuestra sociedad están preparados para ser generosos ante esta necesidad?

–Monseñor Braulio Rodríguez: Nunca podrá haber nueva evangelización sin nuevos sujetos que evangelizan con la gracia de Dios por delante. Esto no se logra sin un encuentro con Cristo, que plenifica y que lanza a llevar esa vida a los demás.

Ese es el gran reto. Sin partir de este centro, las demás cosas, aunque sean necesarias en un segundo momento, estorban y confunden. Eso es lo que debe estar claro en parroquias y movimientos.

–Una de las frases más impactantes del mensaje del Papa a los jóvenes fue que «el drama de la cultura actual es la falta de interioridad». ¿Cómo hacer rejuvenecer una cultura profunda a partir de raíces cristianas?

–Monseñor Braulio Rodríguez: No es posible ser apóstol sin cargar con la cruz –decía Pablo VI–. Y si hoy se ofrece el deber y el honor del apostolado a todos los cristianos de manera indistinta, para que la vida cristiana se revele hoy tal cual es y debe ser, es señal de que ha sonado la hora para todo el Pueblo de Dios: todos nosotros debemos ser apóstoles, todos debemos cargar con la cruz.

La cultura cristiana no tiene unos cánones concretos, pero siempre parte de un encuentro con Cristo, que se hace nuestro centro, nuestra cultura, y nos envía a una misión para cada uno irremplazable. ¿Todo esto puede vivirse en una sociedad que es puro espectáculo, o de una interioridad?

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ZENIT Staff

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