CIUDAD DEL VATICANO, 19 mayo 2003 (ZENIT.org).- La música litúrgica es de gran importancia para la Iglesia, pero paradójicamente no hay ningún organismo vaticano que se encargue de ella. El presidente del Pontificio Instituto de Música Sacra, Valentí Miserachs Grau, considera por este motivo que «la creación de una entidad de este tipo sería auspiciable».
«Il maestro», como lo llaman en la Basílica de Santa María la Mayor, donde ocupa el cargo de canónigo maestro de capilla, cree que sería oportuno disponer de una institución que salvaguardara la música sacra.
Miserachs ha hecho estas declaraciones a Zenit a su regreso de España, donde ha impartido conferencias a propósito del primer centenario del Motu Propio «Inter Solicitudines», de Pio X.
Hoy por hoy, la música sacra no está englobada dentro de ninguna congregación, consejo o comisión vaticana como sucede por ejemplo con la comunicación, la cultura, la educación o los bienes culturales.
Actualmente, la Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos tiene las competencias en esta materia, aunque también la comparten otros organismos vaticanos (para la Educación Católica, Obispos, Religiosos, así como la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia…) puesto que la música sacra toca ámbitos distintos, desde la liturgia a la educación, sin olvidar los instrumentos o la música en las misiones.
De hecho, quien se encarga realmente son las Conferencias Episcopales, que editan los textos y elaboran repertorios de canto litúrgico.
«La música sacra no es una cuestión estética, toca de pleno la vida de la Iglesia: «Lex orandi, lex credendi» (lo que rezas es lo que crees)», afirma Miserachs.
La Constitución dogmática «Sacrosantum Concilium» aclaró en el capítulo sexto que la música no debe servir sólo de decoro, sino también y sobre todo, de expresión de la plegaria.
En este sentido, el sacerdote catalán menciona que «la «Sacrosantum Concilium» recordaba que era positivo promover formas populares de música sagrada de acuerdo con la sensibilidad moderna, pero sin menospreciar ni el venerable canto gregoriano ni la polifonía clásica».
Tradición e innovación en la música sacra ya era la idea que yacía en el motu propio de Pío X sobre la música sacra escrito en 1903.
El compositor Miserachs defiende la necesidad de salvaguardar el canto gregoriano: «El gregoriano es universal, es un instrumento de catolicidad». El maestro cita a un compositor de su tierra, Lluís Mollet, quien «solía decir que el gregoriano y el repertorio popular son anónimos precisamente porque han descendido del cielo».
Valentí Miserachs es presidente del Pontifico Instituto de Música Sacra, una institución de talante académico cuya misión es formar, orientar y aconsejar los estudiantes que vienen a Roma a aprender la música litúrgica occidental.
Dispone de distintas ramas (gregoriano, composición, dirección coral, musicología e investigación), y de estudiantes de toda la geografía eclesial, con una importancia creciente de Europa del Este y de Corea, además de los países africanos, también en crecimiento.
Miserachs, que preside el instituto desde 1995; ha sido organista en San Pedro del Vaticano durante cinco años, es autor de más de 2.000 obras, y posee la encomienda de Alfonso X El Sabio, entre otras condecoraciones.