El mensaje de santa Clara de Asís, más actual que nunca; según el Papa

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Para un mundo caracterizado por la «insatisfacción» y la «superficialidad»

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CASTEL GANDOLFO, 22 agosto 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que el mensaje que dejó con su vida hace 750 años santa Clara de Asís, fundadora de la Orden de las Hermanas Pobres (clarisas), es hoy más actual que nunca para un mundo caracterizado por la «superficialidad».

Su carisma, explica el pontífice en una carta escrita con este motivo, «se caracteriza, en primer lugar, por ser una llamada a vivir según la perfección del santo Evangelio, con una referencia decidida a Cristo, único y auténtico programa de vida».

«¿No es éste un desafío para los hombres y mujeres de hoy?», pregunta el Santo Padre. «Es una propuesta alternativa a la insatisfacción y a la superficialidad del mundo contemporáneo que con frecuencia parece haber perdido la propia identidad, pues ha dejado de experimentar que ha sido generado por el Amor de Dios y que es esperado por el en la comunión sin límites».

La misiva del Santo Padre celebra los 750 años –el 11 de agosto de 1253– del fallecimiento de Clara de Asís, iniciadora de la rama femenina de la Orden de los Hermanos Menores (franciscanos).

El origen se remonta a la madrugada del lunes santo de 1211, cuando Clara, de 18 años, perteneciente a una de las familias más nobles de Asís, se fugó de su casa y marchó a Santa María de la Porciúncula, en Asís, donde la esperaba san Francisco con sus primeros compañeros para consagrarla al Señor.

La Regla de santa Clara, 750 años después, conserva «su fascinación espiritual y su riqueza teológica», asegura el Papa.

«La perfecta consonancia de valores humanos y cristianos, la sabia armonía de ardor contemplativo y de rigor evangélico, hacen que sea para vosotras, queridas clarisas del tercer milenio, un camino maestro que hay que seguir, sin componendas o concesiones al espíritu del mundo», subraya.

«Ante la necesidad de un renovado compromiso de santidad, santa Clara ofrece al mismo tiempo un ejemplo de esa pedagogía de la santidad que, nutriéndose de la incesante oración, lleva a convertirse en contempladores del Rostro de Dios, abriendo de par en par el corazón al Espíritu del Señor, que transforma a toda la persona, la mente, el corazón y las acciones, según las exigencias del Evangelio».

Su «opción exclusiva por Cristo crucificado», añade el Santo Padre, explica el «camino de altísima pobreza», que escogió santa Clara y que abrazan sus seguidoras, «expresión que recoge en su significado la experiencia de expoliación, vivida por el Hijo de Dios en la Encarnación».

Esto llevó a Clara a pedir al Papa el «»privilegio de la pobreza» como prerrogativa de la forma de vida monástica que comenzó –recuerda la carta pontificia–. Introdujo este «privilegio», tenazmente defendido durante toda la vida, en la Regla que recibió la confirmación papal en la antevíspera de su muerte con la bula «Solet annuere» del 9 de agosto de 1253».

Las clarisas, en sus diferentes ramificaciones, conforman en estos momentos unos novecientos monasterios, esparcidos por los cinco continentes, en los que viven más de 15.000 hijas de santa Clara.

Al frente de cada monasterio hay una abadesa y, según la constitución apostólica «Sponsa Christi», del 21 de noviembre de 1950, estos monasterios están organizados en federaciones, según la reforma o grupo al que pertenecen.

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ZENIT Staff

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